La pandemia nos ha hecho más fuertes y ha sacado lo mejor que teníamos. En tiempos de crisis es cuando las personas deben mostrar lo que llevan dentro.
En la mayoría de los países ha habido una crisis sin precedentes a nivel financiero. Las empresas han tenido que cerrar sus puertas durante semanas o meses a la espera de que los datos de contagios de esta enfermedad desciendan.
El confinamiento y la necesidad de unirse más que nunca para conseguir un futuro común, ha generado un consumo ético sin precedentes, hasta un 55% ha aumentado este tipo de compra responsable. El precio ha dejado de ser el factor a tener en cuenta para realizar la compra, el origen de estos productos pasa a un primer plano.
Los pequeños gestos son los que acaban marcando la diferencia. Cada ser humano tiene la capacidad de conseguir grandes logros por sí solo.
Esta pandemia nos ha demostrado lo fuertes que somos como sociedad, al habernos unido todos para conseguir un objetivo en común, vencer a un virus que ha causado millones de muertos en todo el mundo. La tarea no ha sido nada fácil, pero ha acabado suponiendo un cambio de pensamiento que parece que será colectivo.
La familia ha pasado a ser lo más importante, más allá de cualquier elemento material, las personas son insustituibles. En esa búsqueda de saber lo que es más valioso ha llegado la ética de las compras a muchas casas.
Ayudar al vecino que tiene una tienda o buscar un producto nacional que satisfaga nuestras necesidades y acabe generando un consumo responsable. Muchos son los motivos por los que los consumidores se han decantado por la ética antes que el dinero, pero en definitiva es el corazón, las emociones, el entorno más cercano y la búsqueda de este bien común lo que provocan un cambio sin precedentes.
Según los datos de la OCU en 2019 el 73% de los españoles toma decisiones de consumo por motivos éticos o sostenibilidad. Un gran avance que se ha visto potenciado con la llegada de un 2020 que ha hecho que todo se mueva a los pies de las personas.
El mundo ha cambiado por completo y lo ha hecho siguiendo unos criterios que deben ser los que ayuden al mundo a salir de esta grave crisis. La economía de casi todos los países del mundo está en receso y el consumo sostenible es una herramienta para mejorarla.
Se apuesta por los productores del entorno y por esas marcas o productos que no tienen nada de perjudicial para el medio ambiente, sino más bien todo lo contrario.
Los objetos reciclados, los alimentos ecológicos veganos han ido ganando espacio en un carro de la compra cada vez más cercano a nuestra casa. El entorno y las personas que lo forman son lo más importante en un mundo en el que todos hemos sufrido la temida pandemia.
Una de las pocas empresas españolas que ha crecido durante la pandemia es una de las más sostenibles que existen. Heura, es la carne vegetal catalana que ha conquistado al mercado nacional e internacional.
Lo ha hecho con un producto de buena calidad que no vende un simple bocado de carne vegetal, sino que va más allá, es una experiencia gastronómica en toda regla.
En su eslogan lo dice todo, son el futuro sostenible y “cruelty-free” de la carne. Esta marca de carne ecológica no es la única que ha aumentado su facturación en España.
Insectfit ha sido la primera marca española de grillos para el consumo humano, un valor en alza que aspira a acabar con el picoteo entre horas con una solución de lo más eco.
El consumo ético es más caro, pero beneficia a todos. Las buenas prácticas a la hora de consumir pasan por leer las etiquetas de los productos. Se buscan alimentos y elementos que están fabricados con unas garantías que aporten al consumidor todo aquello que necesita. En esta oleada de crisis para muchos sectores, la unión hace la fuerza y con el coronavirus el consumo ético ha aumentado un 55%. Eso quiere decir que de cada dos compras que se realizan una tiene en cuenta estos criterios.
No obstante, hay algunas barreras que impiden que esta compra sea más fluida en nuestro país. Siendo estos los principales obstáculos para conseguir un consumo ético responsable, la falta de información (60%), el precio (58%), la accesibilidad (54%) o incluso la dificultad para encontrar empresas responsables (52%). España tiene mucho camino por recorrer en una carrera que se ha acelerado en un 2020 plagado de cambios.
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