El interés de la sociedad en el impacto medioambiental de los productos y empresas ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años. A medida que la conciencia sobre los problemas ambientales (cambio climático, pérdida de biodiversidad, etc.) se ha generalizado, los consumidores están prestando cada vez más atención a cómo las empresas y sus productos afectan al medio ambiente. Este interés se extiende incluso a un nivel técnico, donde los consumidores están buscando información detallada sobre las prácticas y tecnologías que utilizan las empresas para minimizar su impacto ambiental.
Según el informe Finanzas sostenibles y Agenda 2030: invertir en la transformación del mundo, elaborado por el Pacto Mundial de las Naciones Unidas en España, la sostenibilidad ha adquirido una importancia mayúscula para las empresas nacionales: nada menos que el 57% tiene un profesional o departamento dedicado a esta cuestión y en el 33% de los casos depende directamente del principal cargo de la compañía.
El valor de la sostenibilidad es tal que impregna la planificación estratégica de las empresas. Prueba de ello es que el 41% de las empresas tiene una estrategia en sostenibilidad y, de ellas, el 78% se manifiesta alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), lo que consolida la Agenda 2030 como marco de referencia en estos asuntos.
Específicamente, los ODS en los que más se concentran las empresas españolas son los relacionados con la lucha contra el cambio climático y el fomento de la economía circular y de la energía limpia y no contaminante, que se sitúan entre los cinco más trabajados.
El 58% de las empresas españolas tiene un plan ambiental para reducir emisiones, pero existe una gran diferencia en función del tamaño y naturaleza de las actividades de las empresas:
La sostenibilidad se ha convertido en un objetivo importante en todo el mundo debido a los desafíos ambientales y sociales que nos enfrentamos, como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la escasez de recursos y la desigualdad económica. Para abordar estos problemas, muchas organizaciones, gobiernos y empresas están adoptando prácticas y políticas más sostenibles que buscan equilibrar el desarrollo económico con la protección del medio ambiente y el bienestar social.
Esta nueva situación, de interés por lo “verde” y “ecológico”, relacionado con la sostenibilidad, ha sido impulsada por diversas fuerzas: marketing ecológico (lo “verde” tiene su nicho de mercado), la aparición de nuevas experiencias de productos más ecológicos y la pronta publicación de los criterios para el etiquetado ecológico.
A esta nueva dinámica se ha de añadir la cada vez mayor presión de la autoridad competente en el control de la calidad ambiental, y una continua exigencia por parte de proveedores.
En las últimas décadas, la conciencia sobre los problemas medioambientales ha crecido de manera constante. Los informes sobre el cambio climático, la degradación de los ecosistemas, la contaminación y la escasez de recursos naturales han llevado a una mayor preocupación por el estado del planeta. Como resultado, los consumidores han empezado a cuestionar el impacto de sus elecciones de compra en el medio ambiente. Esta creciente conciencia ha llevado a una demanda de productos y servicios que sean respetuosos con el medio ambiente. Los consumidores desean adquirir productos que no solo satisfagan sus necesidades, sino que también minimicen su huella ecológica. Además, quieren que las empresas sean transparentes acerca de sus prácticas ambientales y estén comprometidas con la sostenibilidad.
En la gestión empresarial, el control medioambiental está adquiriendo cada vez mayor importancia como instrumento para conseguir una gestión empresarial fructífera y transparente y de este modo conseguir un adecuado desarrollo empresarial.
El control medioambiental consiste en planificar, controlar y revisar las acciones y productos que se realizan en una empresa. Este control debe realizarse bajo una óptica de desarrollo de la actividad empresarial, con el objeto de conseguir un desarrollo armónico con el medio ambiente, descubriendo que esta nueva concepción empresarial aporta un valor añadido a la empresa y a los productos que comercializa. Es sin duda, una oportunidad de negocio.
Los indicadores medioambientales son, en consecuencia, un importante instrumento para constatar una reducción continua de la contaminación (Evaluación del Comportamiento Medioambiental), así como para la comunicación con grupos externos interesados en el tema.
La Evaluación del Comportamiento Medioambiental (ECM), es un proceso de gestión interna y una fuente de información ordenada, sistemática y diseñada para proporcionar a la dirección información fidedigna y contrastada de un modo continuo, que le permita conocer si el comportamiento medioambiental se ajusta a lo dispuesto en el sistema de gestión medioambiental implantado o en caso de no disponer de éste, poder conocer el grado de cumplimiento de la legislación medioambiental u otros requisitos que la empresa se hubiera marcado.
Los consumidores están interesados en conocer aspectos técnicos relacionados con la sostenibilidad, como las emisiones de carbono, el uso eficiente de recursos, el ciclo de vida del producto y la gestión de residuos. Quieren conocer los detalles sobre la eficiencia energética de los productos, la procedencia de los materiales utilizados y las prácticas de reciclaje y reutilización implementadas por las empresas.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible en el año 2023.
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