
La provincia de Valencia posee un potencial muy interesante para el aprovechamiento energético de la biomasa. Su diversidad agrícola, forestal e industrial, unida al crecimiento de políticas de economía circular y gestión sostenible del territorio, ha convertido este recurso en una de las oportunidades más claras para avanzar hacia un modelo energético bajo en carbono. En un contexto en el que la reducción de emisiones, la gestión eficiente de residuos y la autonomía energética son prioridades, la biomasa emerge como un aliado clave para el desarrollo local.
¿Qué entendemos por biomasa y por qué es relevante para Valencia?
La biomasa es toda materia orgánica de origen vegetal o animal susceptible de ser transformada en energía. Incluye restos agrícolas, residuos forestales, subproductos de la industria agroalimentaria, lodos de depuradora o incluso fracciones orgánicas de los residuos urbanos. En la provincia de Valencia, este concepto cobra especial relevancia por dos razones: la amplia disponibilidad de residuos agrícolas y forestales y la necesidad de gestionar estos recursos de forma sostenible para reducir riesgos ambientales, como los incendios.
El clima mediterráneo, con veranos cada vez más cálidos y secos, ha incrementado el riesgo de grandes incendios forestales. Un plan de aprovechamiento energético de la biomasa contribuye a reducir la carga combustible en montes y zonas rurales, convirtiendo un problema ambiental en una oportunidad económica y energética.
Fuentes de biomasa en la provincia de Valencia
a) Biomasa agrícola
La agricultura es uno de los pilares económicos de la provincia. El cultivo de cítricos, viñas, caquis, olivos y almendros genera grandes cantidades de restos de poda que, tradicionalmente, se han eliminado mediante quemas controladas. Este método, además de emitir CO₂ y partículas contaminantes, desaprovecha un recurso energético valioso.
La recolección mecanizada y el astillado in situ permiten transformar estos residuos en biocombustible apto para calderas de biomasa, redes de calor o plantas de generación eléctrica. Municipios agrícolas o cooperativas podrían beneficiarse de esta valorización, sustituyendo combustibles fósiles por energía local.
b) Biomasa forestal
La provincia cuenta con extensas áreas forestales, en gran parte dominadas por pinares y matorrales mediterráneos. La acumulación de restos naturales, ramas y madera seca es un problema recurrente. Su extracción, coordinada con planes de prevención de incendios y de ordenación forestal, permitiría obtener un suministro estable de astilla forestal.
Este tipo de biomasa es ideal para plantas de media potencia, redes de calor urbano o instalaciones municipales como piscinas climatizadas, colegios o centros deportivos.
c) Subproductos agroindustriales
La industria agroalimentaria valenciana —centrada en cítricos, arroz, vino o productos hortícolas— genera residuos orgánicos susceptibles de aprovechamiento energético mediante digestión anaerobia o combustión. Alpechines, pulpas, bagazos o restos de procesado se convierten así en biogás o electricidad renovable.
Oportunidades energéticas: del problema al recurso
El aprovechamiento de la biomasa supone varios beneficios simultáneos:
a) Energía renovable y firme
A diferencia de la energía solar o eólica, la biomasa es gestionable: puede producir energía las 24 horas del día. Esto es especialmente útil para edificios públicos, industrias y redes de calor que requieren suministro continuo.
b) Desarrollo rural y empleo local
La recogida, transporte, tratamiento y consumo de biomasa generan empleo local estable: operarios, técnicos forestales, transportistas, gestores energéticos y más. La cadena de valor se queda en la provincia, dinamizando los municipios rurales.
c) Reducción de emisiones
El uso de biomasa evita la quema descontrolada de restos agrícolas y reduce la dependencia de combustibles fósiles. Asimismo, su ciclo de carbono es cerrado: el CO₂ liberado en la combustión es equivalente al absorbido por las plantas durante su crecimiento.
d) Prevención de incendios
Retirar biomasa forestal sobrante disminuye la carga combustible del monte, reduce el riesgo de incendios de gran magnitud y abarata los costes de gestión forestal.
Aplicaciones prácticas en la provincia
Una estrategia bien diseñada podría desarrollar proyectos como:
Redes de calor municipal en colegios, hospitales, polideportivos y edificios públicos.
Calderas industriales de biomasa en cooperativas agrícolas o secaderos.
Plantas de producción de pellets o astillas cerca de zonas forestales.
Plantas de biogás para el tratamiento de residuos agroindustriales y lodos.
Sistemas de autoconsumo térmico en comunidades de regantes, reduciendo su factura energética.
Municipios como Enguera, Requena, Llutxent o Ademuz ya han discutido o impulsado proyectos locales de valorización forestal, lo que demuestra que existe una base técnica y territorial para su expansión.
Retos actuales y líneas de mejora
Aunque el potencial es elevado, todavía existen desafíos:
Falta de mecanismos de coordinación entre agricultores, ayuntamientos y empresas energéticas.
Costes logísticos elevados si no existe una red de centros de acopio o tratamiento.
Necesidad de incentivar la mecanización de la recogida de poda.
Mayor visibilidad y apoyo institucional a la biomasa como energía renovable clave.
Promover procesos de planificación orientados al aprovechamiento sostenible de biomasa en el contexto de una gestión forestal multifuncional
elaborar un plan de acción para un nuevo marco regulatorio y hoja de ruta que fomente el uso de la bioenergía.
activar políticas eficientes para fomentar el establecimiento de proyectos estratégicos e innovadores.
promover políticas eficientes para fortalecer el proceso participativo local entre los principales interesados en el uso de la energía procedente de biomasa forestal.
Superar estos retos permitiría convertir la biomasa en uno de los pilares de la transición energética valenciana.
A modo de conclusión
La provincia de Valencia dispone de un recurso energético abundante, renovable y de proximidad: la biomasa. Su aprovechamiento no sólo contribuye a generar energía limpia, sino que también ayuda a gestionar los montes, reducir emisiones, dinamizar la economía rural y mejorar la resiliencia del territorio frente a los incendios. En un escenario de transición ecológica, la biomasa es una oportunidad estratégica que Valencia no puede desaprovechar. Integrar políticas de valorización energética, fomentar proyectos locales y dotar al territorio de infraestructuras adecuadas permitirá convertir un residuo en una fuente de energía clave para el futuro.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE+i de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad en el año 2025.
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