
El debate sobre el futuro de las centrales nucleares en España es tan complejo como crucial. El país cuenta actualmente con un parque nuclear envejecido, construido entre los años 70 y 80, que ha funcionado durante décadas como uno de los pilares de la generación eléctrica libre de emisiones de CO₂. Ante la transición ecológica y el calendario de cierre aprobado, surge una pregunta inevitable: ¿deberíamos cerrar las centrales según lo previsto o prolongar su vida útil para reforzar la seguridad energética y ofrecer electricidad más barata a empresas y ciudadanos?.
Calendario de cierre de las nucleares españolas.
Según el acuerdo entre las compañías propietarias, ENRESA y el gobierno (en el marco del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima — PNIEC), el desmantelamiento del parque nuclear debe producirse de forma progresiva entre 2027 y 2035.
Aquí las fechas previstas por planta/reactor:
Para responder de manera razonada, es necesario analizar los impactos en cuatro dimensiones:
La energía nuclear ha aportado históricamente entre el 20% y el 25% de la electricidad consumida en España. Su característica principal es que es una energía firme, disponible las 24 horas del día, independiente de las condiciones climáticas.
Con la integración masiva de renovables —eólica, solar fotovoltaica, termosolar— España avanza hacia un modelo basado en energías limpias, pero estas tecnologías presentan un desafío clave: variabilidad e intermitencia. Aunque se están desarrollando sistemas de almacenamiento energético, baterías, hidrógeno verde y gestión de la demanda, la realidad es que en periodos de baja generación renovable es necesario disponer de fuentes estables.
Aquí es donde la energía nuclear juega un papel decisivo. Mantener las centrales operativas durante unos años más podría evitar depender en exceso de centrales de gas natural, cuyo precio está condicionado a mercados internacionales inestables y a tensiones geopolíticas.
Por tanto, prolongar la vida útil mejora la seguridad del sistema, mientras que cerrar prematuramente obligaría a reforzar las importaciones de gas o incrementar la potencia instalada en tecnologías de respaldo.
Uno de los argumentos centrales del debate es si alargar la vida útil de las centrales permitiría disponer de una energía más barata.
La respuesta tiende a ser sí, por varios motivos:
En momentos de tensión energética —como los vividos en 2021–2022 por el aumento del precio del gas— la nuclear contribuyó a limitar el impacto. Si se cierran las centrales sin disponer de suficiente almacenamiento o respaldo renovable firme, es probable que el precio de la electricidad se dispare en determinados periodos.
Esto afecta de forma directa a:
Así, desde una perspectiva económica, prolongar la vida útil puede beneficiar tanto al tejido empresarial como a los ciudadanos, al estabilizar los precios de la energía.
El principal punto crítico de la energía nuclear radica en los residuos radiactivos y el riesgo potencial de accidentes, aunque estos son extremadamente poco frecuentes y se gestionan con protocolos estrictos.
Sin embargo, desde el punto de vista climático, la energía nuclear es una energía libre de emisiones directas de CO₂, lo que la convierte en una herramienta útil para alcanzar los objetivos internacionales de descarbonización.
Cerrar todas las centrales sin alternativas maduras obligaría a recurrir temporalmente a combustibles fósiles, aumentando las emisiones del sector energético. Por tanto, desde la óptica del cambio climático, alargar la vida de las centrales mientras se expanden las renovables puede ser una estrategia razonable.
La estabilidad energética es clave para atraer inversiones y mantener la competitividad industrial. Países como Francia, Estados Unidos, Corea del Sur o Finlandia han optado por modernizar y extender sus centrales nucleares precisamente para garantizar electricidad firme y evitar incrementos de costes para sus industrias.
En España, donde sectores como el azulejo, el metal o el automóvil dependen de precios energéticos estables, un cierre prematuro podría generar:
Por el contrario, extender la vida útil de las centrales durante uno o dos ciclos adicionales permitiría una transición renovable más ordenada, asegurando el equilibrio entre sostenibilidad, industria y empleo.
Conclusión: ¿Cerrar o alargar?
Tomando en cuenta la seguridad energética, el impacto en los precios, la estabilidad económica y la transición ecológica, el análisis razonado sugiere que prolongar la vida útil de las centrales nucleares puede ser una decisión beneficiosa para España en el corto y medio plazo.
Ello no significa renunciar a un futuro 100% renovable, sino evitar un cierre precipitado que pueda:
Alargar su funcionamiento unos años más —siempre con estrictos controles de seguridad— podría beneficiar tanto a las empresas como a la sociedad, permitiendo una electricidad más estable, asequible y segura mientras las renovables y el almacenamiento se consolidan definitivamente.
Importante: posibilidad de cambios y revisiones.
Por ahora, el gobierno (a través del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, MITECO) ha confirmado que mantiene el calendario oficial, pese a las peticiones de aplazamiento.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE+i de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad en el año 2025.
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