
El verano de 2025 ha quedado grabado como uno de los más trágicos en la historia reciente de España. Según datos del sistema europeo EFFIS, las hectáreas quemadas en agosto superaron las 300 000–400 000 ha, elevando las cifras totales del año a más de 393 000 ha solo en España. En conjunto con Portugal, las llamas han consumido más de 1,1 millones de hectáreas en la UE, de las cuales España representa unos 403 000 ha.
Todo Incendio forestal es una acción es totalmente insostenible, con unas consecuencias en lo social (con fallecimientos, personas heridas, pérdida de un patrimonio cultural e histórico ligado a territorios que los sentimientos de las personas que habitan allí, …), en lo medioambiental (con la pérdida centenares de miles de hectáreas de vida qué ecosistemas con un alto valor, pérdida seres vivos y que en muchas ocasiones tardarán decenas de años en recuperarse, …) y en lo económico (millones de euros en pérdidas materiales, destrucción de infraestructuras necesarias para la actividad económica, ….).
Por ello invertir en la prevención de los incendios mediante una adecuada gestión forestal, en el marco de un plan de prevención de los riesgos atmosféricos, es la mejor acción que se puede realizar para evitar desastres de esta dimensión.
Víctimas y evacuaciones
Durante esta ola de incendios, hubo al menos cuatro fallecidos y 48 heridos. Se evacuaron aproximadamente 40.000 personas afectadas directa o preventivamente, en definitiva, la magnitud del desastre ha sido devastadora.
Casos más emblemáticos
Incendio de Molezuelas (Zamora–León)
Este incendio, iniciado el 10 de agosto en Molezuelas de la Carballeda, se convirtió en uno de los más devastadores del año, arrasando más de 37 000 ha entre Zamora y León.
Incendio de Torrefeta (Cataluña)
El fuego comenzó el 1 de julio en Torrefeta i Florejacs (Lleida) causando 5 577 ha de destrucción y la muerte de dos personas atrapadas en un vehículo.
Incendio de Jarilla (Extremadura)
A partir del 12 de agosto, el incendio en Jarilla (Cáceres) devastó más de 16 000 ha, provocó desalojos masivos y confinamientos, afectando profundamente a la población local.
Incendio de Chandreja de Queija (Galicia)
El fuego comenzó el 11 de agosto, afectó más de 3 000 ha, y obligó a evacuar un campamento en Manzaneda. No hubo víctimas mortales, pero sí un impacto ambiental considerable.
Teresa de Cofrentes (Valencia)
Declarado el 13 de agosto, arrasó 504 ha; fue provocado por un rayo, se evacuó a unas 15 personas y no se registraron víctimas mortales.
Las causas: clima extremo, abandono y debilidades estructurales
Cambio climático
Un estudio de World Weather Attribution concluye que las condiciones climáticas extremas que provocaron estos incendios —olas de calor, sequedad y viento— son 40 veces más probables debido al cambio climático. Ahora, situaciones tan extremas ocurren cada 13–15 años, frente a cada 2 500–500 años en el pasado preindustrial. Además, los incendios fueron un 30 % más intensos que sería habitual sin el calentamiento global.
Despoblación y gestión del territorio
El abandono rural ha dejado enormes extensiones de vegetación sin gestionar, lo que ha incrementado la intensidad de los incendios. Este problema, junto con la falta de inversión y planificación territorial activa, ha exacerbado la situación.
Falta de inversión
Según el Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, la inversión en gestión forestal, prevención y extinción no alcanza el 0,08 % del PIB. Esto evidencia una insostenible dependencia del modelo actual, centrado en la extinción tras el desastre en lugar de prevenirlo.
Un informe de WWF destaca que, aunque el número de incendios ha disminuido un 35 % entre 2015 y 2024, la superficie quemada solo ha bajado un 5 %, lo que refleja un preocupante aumento en el tamaño y destructividad de los fuegos.
Respuesta internacional
Actuaciones de emergencia
Se movilizaron más de 5 500 efectivos (Guardia Civil, Policía Nacional), con el mayor despliegue el 16 de agosto, y en esa fecha se alcanzaron picos de operaciones.
La UME también protagonizó numerosas intervenciones, y se utilizaron más de 57 medios aéreos, incluyendo apoyo internacional. Marruecos envió dos aviones Canadair CL-415 y otros países colaboraron con bomberos especialistas.
Hacia el futuro: lecciones aprendidas
Conclusión
El verano de 2025 ha sido el más devastador que se recuerda en España en términos de incendios forestales: cientos de miles de hectáreas quemadas, vidas y comunidades afectadas, y un paisaje profundamente marcado. Las causas están claras: cambio climático, abandono del medio rural y falta de prevención estructural.
Esta tragedia debe servir como punto de inflexión sobre el momento en que España pase de reaccionar al fuego a construir paisajes, comunidades y políticas resilientes frente al cambio climático.
Evitar y prevenir los incendios de los bosques es una labor de todos y, más aún, de aquellos que son propietarios de las masas forestales y de cuantos se relacionan con un ecosistema tan vulnerable a la acción humana.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE+i de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad en el año 2025.
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