Las emisiones agregadas de los países OCDE superan en un 8 % (alrededor de 2,5 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente – Gt CO₂e) el nivel necesario para cumplir sus objetivos para el 2030. Además, sus trayectorias actuales son incompatibles con las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) y los objetivos de cero emisiones netas a largo plazo, lo que genera una brecha en el cumplimiento de las NDC para 2030 y una importante brecha de coherencia con los objetivos para 2050. Las próximas NDC de 2035 ofrecen la oportunidad de reforzar la ambición y mejorar la credibilidad.

Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés: Nationally Determined Contributions) son los compromisos climáticos que cada país presenta ante el Acuerdo de París para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y adaptarse a los impactos del cambio climático.

Cada NDC establece:

1. Objetivos de reducción de emisiones (por ejemplo, “reducir un 55% las emisiones para 2030 respecto a 1990”).
2. Medidas de adaptación (gestión del agua, agricultura resiliente, protección costera, etc.).
3. Planes sectoriales (energía, transporte, industria, agricultura, residuos).
4. Necesidades de financiación, tecnología y capacidades para poder cumplir esos objetivos.

Los riesgos climáticos se están intensificando: en 2024 se registraron olas de calor, inundaciones y sequías sin precedentes, lo que subraya el creciente riesgo de alcanzar puntos de inflexión climáticos críticos. Según diversos escenarios de emisiones, las proyecciones indican que la temperatura media global podría aumentar significativamente, con una diferencia de hasta 6 °C entre los escenarios de emisiones muy bajas y muy altas, lo que pone de manifiesto las consecuencias de la inacción.

Objetivos propuestos en sus respectivos NDC:

• UE: –55% emisiones netas para 2030 respecto a 1990.
• EE. UU.: –50-52% para 2030 respecto a niveles de 2005.
• China: pico de emisiones antes de 2030 y neutralidad de carbono antes de 2060.
• Dentro del horizonte 2021-2030, España se compromete a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 37,7 % respecto a niveles de 2005.

El impulso de la acción climática se está ralentizando.

El Marco de Medición de las Acciones y Políticas Climáticas (CAPMF) de la OCDE constata que la acción climática, medida por el número de nuevas políticas climáticas y su rigor, solo se expandió un 1 % en 2024. Esta desaceleración ya no se explica por la pandemia de COVID-19 ni por las crisis económicas: refleja una pérdida de impulso en la implementación de políticas eficaces. Además, la disparidad en la acción climática entre los países podría aumentar la fuga de carbono, frenando el impacto general de los esfuerzos de mitigación a nivel mundial. Una acción internacional más firme y coordinada sigue siendo esencial para alcanzar los objetivos climáticos.

¿Qué pueden hacer los gobiernos?

Incrementar sustancialmente la ambición en la nueva ronda de NDC con objetivos comprometidos para 2035.

La presentación de los planes nacionales de desarrollo climático para 2035 brinda la oportunidad de aumentar la ambición y la credibilidad. Los objetivos actuales de reducción de emisiones de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) para 2030 no están alineados con las trayectorias compatibles con el objetivo de cero emisiones netas para mediados de siglo, lo que genera una importante brecha de coherencia con los objetivos para 2050. La nueva ronda de NDC debería subsanar esta brecha y fortalecer la credibilidad a largo plazo.

Consagrar los objetivos de cero emisiones netas en la ley para mejorar la credibilidad

Actualmente, solo el 17,7 % de las emisiones nacionales están cubiertas por compromisos legalmente vinculantes de cero emisiones netas. A medida que los países aumentan su ambición, es fundamental traducir los objetivos a largo plazo en legislación que proporcione señales claras y creíbles para reducciones profundas de las emisiones de GEI.

Mejorar la coordinación internacional en materia de acción climática y limitar la fuga de carbono

El impulso de la acción climática se está ralentizando. Si bien los enfoques políticos deben reflejar las circunstancias nacionales, se necesita una mayor coordinación internacional para aumentar la ambición y garantizar la convergencia de esfuerzos entre los países, lo que ayudará a prevenir la fuga de carbono y a fortalecer los resultados de la mitigación global.

Este año es crucial para la acción climática global. En el marco del Acuerdo de París, se espera que los países presenten sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDN) actualizadas con objetivos para 2035. Estas actualizaciones brindan la oportunidad de realinear los esfuerzos nacionales con el nivel de ambición necesario para alcanzar las metas climáticas acordadas. Sin embargo, los compromisos de reducción de emisiones para 2030 siguen siendo insuficientes. Persisten importantes brechas entre los compromisos, las acciones nacionales y las reducciones de emisiones necesarias para encaminar al mundo hacia el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.

Según el Marco de Medición de Acciones y Políticas Climáticas de la OCDE, la acción climática global se expandió apenas un 1 % en 2024, lo que confirma una desaceleración en el progreso observada desde 2021. Esta pérdida de impulso ya no puede atribuirse únicamente a las perturbaciones causadas por la pandemia de COVID-19 o las crisis económicas. Refleja barreras estructurales más profundas para la implementación y presiones sobre los compromisos climáticos en muchos países. Las persistentes disparidades en la acción entre países amenazan con agravar los problemas de competitividad y la fuga de carbono, lo que en última instancia socava el progreso general de los esfuerzos de mitigación globales.

El año 2025 es crucial para alinear la acción global con una trayectoria sostenible de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), ya que se espera que los países presenten sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional para 2035 (NDC 3.0). El Acuerdo de París, diseñado para limitar el calentamiento global a muy por debajo de 2 °C y para impulsar los esfuerzos por limitarlo a 1,5 °C para finales de siglo, ha sido fundamental para avanzar en la acción global de mitigación del cambio climático (CMNUCC, 2015[1]) .

Desde la ratificación del Acuerdo de París, los compromisos de la comunidad internacional han contribuido a reducir el calentamiento global proyectado para finales del siglo XXI de 3,7-4,8 °C a un estimado de 2,4-2,6 °C (PNUMA, 2024[2]) .

Sin embargo, los compromisos actuales aún no son lo suficientemente ambiciosos para alcanzar los objetivos de temperatura, e incluso estos no se están implementando en su totalidad.

Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE+i de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad en el año 2025.