La huella de carbono es un indicador ambiental que mide la cantidad total de gases de efecto invernadero (GEI), expresados en toneladas de CO₂ equivalente (tCO₂e), emitidos directa o indirectamente por una organización, producto, servicio o individuo a lo largo de un periodo determinado. Estos gases incluyen, entre otros, el dióxido de carbono (CO₂), el metano (CH₄) y el óxido nitroso (N₂O), los cuales contribuyen al cambio climático.
Su cálculo permite identificar las fuentes emisoras, establecer estrategias de mitigación y compensación, y mejorar el desempeño ambiental, lo cual está adquiriendo creciente relevancia tanto por presión normativa como por exigencias de los mercados internacionales.

Se entiende como huella de carbono “la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto por un individuo, organización, evento o producto».
§ Huella de carbono de una organización. Mide la totalidad de GEI emitidos por efecto directo o indirecto provenientes del desarrollo de la actividad de dicha organización. § Huella de carbono de producto. Mide los GEI emitidos durante todo el ciclo de vida de un producto: desde la extracción de las materias primas, pasando por el procesado y fabricación y distribución, hasta la etapa de uso y final de la vida útil (depósito, reutilización o reciclado).
Oficina Española de Cambio Climático.
Normas y metodologías internacionales para el cálculo
Existen múltiples marcos normativos y metodologías estandarizadas para calcular la huella de carbono. Entre los más reconocidos a nivel internacional destacan:
El Greenhouse Gas Protocol (GHG Protocol), desarrollado por el World Resources Institute (WRI) y el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), es la metodología más utilizada a nivel mundial. Define tres alcances o «scopes» de emisiones:
La serie ISO 14064 establece principios y requisitos para la cuantificación, monitorización y verificación de emisiones de GEI. Es ampliamente usada en procesos de certificación. Sus tres partes cubren:
La PAS 2050 (Publicly Available Specification) fue desarrollada por BSI y se enfoca en el análisis del ciclo de vida de productos, siendo útil para calcular la huella de carbono de bienes y servicios específicos.
Complementaria a las anteriores, la norma ISO 14067 trata específicamente la huella de carbono de productos (CFP) basada en el análisis del ciclo de vida (ACV), incluyendo requisitos para la cuantificación y comunicación.
Etapas del cálculo de la huella de carbono
El proceso de cálculo sigue una estructura sistemática que incluye:
Huella de carbono y competitividad empresarial
La huella de carbono tiene un efecto directo sobre la competitividad de las empresas. En primer, las acciones que reducen dicha huella de carbono y están relacionadas con el ahorro y la eficiencia energética, Conllevarán un doble beneficio de manera directa, por una parte, se reducirá los costes energéticos y por otra se reducirá la cantidad que se emiten de gases de efecto invernadero. En consecuencia, como vamos a poder ver reducir la huella de carbono mejora la competitividad empresarial, veamos algunos ejemplos:
Cada vez más países y grandes corporaciones imponen requisitos ambientales en las cadenas de suministro. Por ejemplo, las políticas del Pacto Verde Europeo y el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) penalizan productos con huellas elevadas, promoviendo que las empresas proveedoras acrediten una menor cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Medir y reducir la huella de carbono permite a las empresas posicionarse como organizaciones responsables y sostenibles. Esto mejora la imagen de marca, facilita la diferenciación y responde a la creciente sensibilidad de los consumidores ante el cambio climático. Reducir la huella de carbono conlleva una mejora en las reputación de la empresa, pero para ello es necesario que la empresa comunique dicha reducción y los esfuerzos que están realizando si no el cliente y el consumidor no tendrán suficiente información para “premiar” dicho esfuerzo.
La evaluación sistemática de las emisiones suele ir acompañada de mejoras en eficiencia energética, logística y procesos. De esta manera, muchas acciones de reducción de huella de carbono también conllevan ahorros operativos. La vinculación de un aumento en la eficiencia energética como también la sustitución o cambio de la fuente energética (derivados de petróleo como el gas) a una fuente energética renovable (fotovoltaica, etc) es total. Consumir menos energía eléctrica o de gas reduce las facturas de esta fuente de energía y reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, haciendo más competitiva a la empresa.
Los mercados financieros favorecen a las empresas con estrategias climáticas claras. El reporte de huella de carbono es un requisito habitual para acceder a bonos verdes, fondos ESG o licitaciones públicas con cláusulas ambientales.
La regulación avanza hacia la obligatoriedad del reporte climático. Normativas como la Directiva CSRD de la Unión Europea, que exige a muchas empresas informar sobre sostenibilidad con indicadores como las emisiones de GEI, están haciendo que la gestión de la huella de carbono sea un elemento de cumplimiento legal.
Desafíos en la implementación
Aunque los beneficios son claros, existen barreras para las pymes y organizaciones no especializadas, como:
Para mitigar estos retos, existen herramientas digitales simplificadas, programas de ayuda pública, asesoramiento técnico (como el ofrecido por cámaras de comercio) y plataformas colaborativas sectoriales.
A modo de conclusión.
El cálculo de la huella de carbono ha dejado de ser una opción voluntaria para convertirse en un requisito estratégico, especialmente en el contexto de una economía global que transita hacia la descarbonización. Las normas internacionales como GHG Protocol, ISO 14064 o ISO 14067 proporcionan un marco fiable y estandarizado para su medición. Implementar estas prácticas no solo permite a las empresas mitigar su impacto climático, sino también ganar competitividad, reducir costes y adaptarse a las nuevas exigencias regulatorias y de mercado.

Este artículo se ha elaborado en el marco del proyecto de EEN-SEIMED financiado por la Red Enterprise Europe Network, de la Unión Europea. 2.025.
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