Hay muchos términos relacionados con el reciclaje que suelen resultar confusos. Incluso las empresas en sus campañas de RSC orientadas a la sostenibilidad medioambiental. Los que habitualmente se confunden y que además son propios de la mayor parte de sectores al utilizar en el envasado son los dos que van a protagonizar nuestro artículo de hoy: compostable y degradable.
Cuando se hace referencia a un envase biodegradable, se quiere decir que el mismo se descompone sin intervención humana, por su exposición a elementos naturales. Es decir, si dejas ese envase al aire libre, se podrá descomponer por sí solo. Aún así, el tiempo no es un factor baladí, y al mismo no se hace mención alguna en el packaging que se define como biodegradable.
En cambio, cuando se utiliza el término compostable, lo que se está intentando transmitir al consumidor de ese envase es que puede depositarlo junto con sus residuos orgánicos en los contenedores para tal fin. En principio, esa definición debería servir también para desecharlo en el depósito para fabricar compost en casa, pero no siempre resulta recomendable. De nuevo, el factor tiempo es el gran enemigo.
Respecto al tiempo, el problema está en que pese a esa característica de descomponerse sin intervención humana, las condiciones que se deberían de dar para que pasase son muy peculiares. En la naturaleza, no es habitual encontrarlas, y por tanto, salvo que se lleven a una planta concreta en la que se reproduzcan las mismas, será difícil que esos materiales “desaparezcan”. Es por eso que los compostables es muy complejo convertirlos en un verdadero compost a través de soluciones de transformación de abono casero.
Aunque por el momento son menos habituales que las otras dos palabras, puede que ya te hayas encontrado en tu empresa con algún proveedor que tenga en su catálogo opciones de bioplásticos, sobre todo en lo referente a envasado.
En realidad, esos plásticos no son ni biodegradables (que se descomponen sin acción del hombre), ni compostables (se pueden desechar con los residuos orgánicos o fabricar compost), sino que esa palabra lo que indica es que proceden de materias primas renovables, habitualmente almidón de maíz o la caña de azúcar.
Pueden ser o no ser compostables o biodegradables. Generalmente, depende de la composición y los aditivos que se utilicen.
La sociedad actual está comprometida con la lucha contra el cambio climático. De hecho, son varios los estudios que muestran cómo la RSC medioambiental es ya un factor relevante al elegir productos y servicios de empresas. Sin embargo, no son tantas las soluciones de envases realmente beneficiosos para el medioambiente y sí muchos los retos a enfrentar. Sin embargo, cualquier compañía puede partir de las famosas tres “R” para repensar su política y comenzar a pasar la acción de una manera mucho más eficiente y responsable para el planeta:
La primera de las tres R ya nos indica que es lo más importante. Lo primero en lo que se debe pensar. Entonces,
La segunda R, esa que viene después de haber hecho todo lo posible con la primera. En este caso, la creatividad puede ser muy interesante como vehículo de comunicación y de engagement con el público. Todos esos envases y otros elementos que el cliente tiene con tu producto, ¿pueden tener nuevos usos? Empezar a darle ideas, e incluso fomentar que sean ellos los que las creen a través de acciones de social media como concursos puede ser una buena manera de hacer y comunicar tu RSC medioambiental.
Por último, facilitar el reciclaje de todos esos materiales es crucial. Por eso, siempre que sea posible, permitir que todos los componentes del envase vayan al mismo contenedor. Si esto no es viable, entonces lo ideal es dar al usuario final las instrucciones adecuadas para separar y facilitar la tarea con una construcción inteligente del packaging.
Aunque la sostenibilidad medioambiental sea un problema de todos, fomentarla es algo que a las empresas les permite una mejora de la conexión con su público, así como una clara ventaja competitiva.
En muchos casos, no se apuesta por planes de RSC medioambiental desde la pyme porque se considera que no se tienen recursos. Esperamos que el post de hoy sirva para eliminar muchos de esos miedos, porque cuando se quiere, se puede, más aún con algo tan serio como ser socialmente responsables con el planeta.
Este artículo se ha realizado en el marco del proyecto: Rsircle 21, financiado por la Conselleria de transparencia, responsabilidad social, participación y cooperación de la Generalitat Valenciana y Caixa Popular.
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