Hoy en día, las empresas no pueden ignorar el impacto social y ambiental de sus operaciones.
Sobre todo, porque los consumidores, inversores y reguladores exigen cada vez más que demuestren su compromiso con la sostenibilidad.
Por eso, los factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) están adquiriendo una importancia creciente por su impacto directo en la rentabilidad y la resiliencia.
Imagina una empresa que ignora los riesgos ambientales, como el cambio climático, o las cuestiones sociales, como la equidad laboral.
No solo enfrenta sanciones regulatorias y una reputación dañada, sino que también pierde oportunidades valiosas para innovar y diferenciarse en un mercado competitivo.
Aquí entra en juego la doble materialidad. Este enfoque innovador y holístico permite evaluar y gestionar los impactos financieros de los elementos ESG y también cómo las operaciones inciden en el entorno y en la sociedad.
No te quedes atrás en la gestión de riesgos ESG. Lee completo nuestro artículo para descubrir cómo aplicar la doble materialidad y convertir estos desafíos en ventajas competitivas
Se trata de un concepto clave en el ámbito de la sostenibilidad y la gestión de riesgos que ha ganado relevancia en los últimos años.
El enfoque permite a las empresas evaluar y reportar no solo los impactos financieros de sus actividades, sino también los efectos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) que influyen en su desempeño a largo plazo.
La doble materialidad amplía el concepto tradicional de materialidad financiera, que se centra solo en los aspectos que inciden en los resultados económicos de una empresa.
La materialidad simple y la doble se aplican en el ámbito de la sostenibilidad empresarial para identificar y priorizar aquellos temas que son significativos para una organización y sus grupos de interés.
La primera opción se enfoca en los asuntos que afectan de manera directa las operaciones y la viabilidad financiera. Por ejemplo, un fabricante de automóviles podría considerar el coste de las materias primas como un punto simple, ya que un aumento en los precios impacta en sus márgenes de ganancia.
En contraste, la doble materialidad amplía esta visión para incluir no solo cómo los temas sostenibles inciden en los negocios, sino también cómo sus acciones predominan en la sociedad y el medioambiente.
Siguiendo con el ejemplo anterior, la doble materialidad llevaría a la empresa automotriz a considerar cómo sus vehículos intervienen en la calidad del aire y el cambio climático.
La transición de la materialidad simple a la doble es un paso crucial implica una comprensión más profunda de las interconexiones entre la empresa y su entorno, y requiere un análisis detallado de cómo las actividades corporativas contribuyen a problemas como el calentamiento global, la desigualdad social y la escasez de recursos naturales.
Como ya mencionamos, la doble materialidad es un concepto emergente en la gestión de riesgos ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) que reconoce la interconexión entre los impactos financieros de una empresa.
En la práctica, la doble materialidad exige que los negocios evalúen y reporten dos flujos de influencia. Por un lado, deben identificar y gestionar los riesgos ESG que podrían amenazar su estabilidad financiera o reputación.
Esto incluye, por ejemplo, cómo los cambios climáticos alteran sus cadenas de suministro o cómo las prácticas laborales injustas provocan boicots de consumidores.
Por otro lado, las empresas deben ser transparentes acerca de cómo sus operaciones degradan el medioambiente o afectan a las comunidades, y cómo planean mitigar esos impactos.
Como ves, implementar la doble materialidad requiere un análisis profundo y una planificación estratégica. Además de realizar evaluaciones de riesgo que consideren muchos escenarios y resultados potenciales.
Esto implica colaborar con expertos en sostenibilidad, llevar a cabo consultas con partes interesadas y emplear herramientas analíticas avanzadas para prever y cuantificar consecuencias.
La doble materialidad es un enfoque que busca identificar y gestionar los aspectos más relevantes de una empresa, tanto desde una perspectiva de negocio como de sostenibilidad. Algunos de los principales beneficios son:
Sobre todo, mejorar la reputación de la organización, atrayendo a inversores interesados en prácticas responsables y a clientes que valoran la sostenibilidad.
Además, los empleados actuales y potenciales suelen preferir trabajar para empresas que demuestran un fuerte compromiso con la ética y la responsabilidad social.
Además, al proporcionar información detallada y transparente sobre los ESG, las organizaciones reducen la incertidumbre y el riesgo percibido por los inversores, lo que da como resultado un coste de capital más bajo.
Para lograrlo se requiere de un enfoque sistemático y bien planificado que integra consideraciones financieras y no financieras en la estrategia y operaciones de la organización.
Como primer paso es clave efectuar un análisis exhaustivo de los factores ESG que son relevantes y sus partes interesadas. Esto implica identificar y priorizar aquellos aspectos que tienen un impacto significativo en la sostenibilidad y rentabilidad a largo plazo.
Posteriormente, la empresa debe establecer objetivos claros y medibles para gestionar su impacto. Esto incluye la reducción de emisiones, la mejora de las prácticas laborales o el fortalecimiento de la gobernanza corporativa.
De allí que el punto de oro está en integrar estos objetivos en la estrategia y operaciones diarias, asegurando que se tomen decisiones teniendo en cuenta tanto el desempeño financiero como la sostenibilidad.
La comunicación transparente y regular con las partes interesadas es otro componente crucial. Ya que no solo mejora la reputación de la empresa, sino que también fomenta un diálogo abierto sobre cómo la organización está abordando los desafíos ESG.
Para asegurar la efectividad de la doble materialidad, es esencial contar con sistemas de seguimiento y reporte que permitan evaluar el progreso hacia los objetivos establecidos.
Los mismos deben ser capaces de capturar datos precisos y relevantes, que luego puedan ser analizados para informar la toma de decisiones y la planificación estratégica.
La adopción de la doble materialidad representa una transformación significativa en la manera en que las empresas abordan la gestión de riesgos y oportunidades.
Al integrar tanto los impactos financieros como los no financieros, este enfoque proporciona una visión integral que es esencial para la sostenibilidad y el éxito a largo plazo. Sobre todo, en un entorno empresarial cada vez más influenciado por factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG)
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Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible en el año 2024.
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