
La Tierra recibe radiación solar de todo tipo. En la atmósfera hay diversas capas que nos protegen de dicha radiación. Por ejemplo, la bien conocida capa de ozono nos protege de la radiación ultravioleta nociva. Parte de la radiación que recibe el planeta es reflejada directamente por la superficie terrestre, sobre todo por las masas heladas de los polos. Otra parte es absorbida y convertida en radiación térmica (calor), que es radiado hacia el espacio exterior. Si toda esa radiación consiguiera escapar, el planeta sería mucho más frío. Tenemos la suerte de que nuestra atmósfera impide que parte de esa radiación, como sucede (en parte) en un invernadero, vuelva a bajar hacia la Tierra. Esto se conoce como efecto invernadero natural. La radiación térmica emitida por la superficie planetaria es absorbida por los denominados gases de efecto invernadero (GEI) y es irradiada en todas las direcciones. Parte de esta radiación vuelve a la Tierra provocando un incremento de la temperatura superficial media.
No hay que confundir este efecto con el de la mencionada anteriormente capa de ozono, aunque también influye en el calentamiento global, ya que, si pasan más rayos ultravioletas (muy energéticos) a través de la atmósfera, más radiación térmica va a generarse y “quedarse en el invernadero”. Por eso los gases que destruyen la capa de ozono son también GEI.
El balance energético de la Tierra permanece normalmente estable, es decir, entra tanta energía como la que sale. Si esto no ocurre, entonces la temperatura del planeta baja o sube, según la dirección del cambio del balance. Este cambio puede suceder por varias razones:
Esta variación del efecto invernadero puede ser natural (grandes cambios geológicos como las glaciaciones o los impactos de grandes cometas que provocaron incendios generalizados…) o generada por el hombre. La diferencia frente al cambio climático actual es que éste es debido en una parte relevante a las acciones del hombre y se está produciendo con gran celeridad. Es decir, la emisión de gases de efecto invernadero está acelerando determinados procesos naturales que hacen que el llamado efecto invernadero aumente.
Tras la industrialización y el desarrollo de las actividades económicas del hombre de manera continua y amparándose en la ansiada sociedad del bienestar, se han provocado una serie de cambios en diferentes ámbitos como: aumento poblacional, acentuado desequilibrio de los bienes a nivel mundial, consumo excesivo de recursos y de producción de residuos, desarrollo y aumento industrial que llevan asociados una gran cantidad de emisiones a la atmósfera y vertidos al suelo y agua que, tanto por su magnitud como por su composición contaminante, hacen que la Tierra no disponga de tiempo suficiente para regenerarse o incluso no disponga de sistemas naturales paliativos.
Este tema ya no es de futuro, sino de presente que avanza vertiginosamente. Esto lleva a la necesidad de tomar acciones de lucha contra este cambio climático por parte de todos los sectores sociales y de todos los países, especialmente de los desarrollados, siendo estos los de mayor responsabilidad frente a este hecho, ya que son los que, hasta ahora, han emitido la gran mayoría de GEI.
Dentro del conjunto de sectores que conforman la estructura de nuestra sociedad, hay que destacar que la agricultura depende fundamentalmente del clima, sobre todo de la temperatura y con ello de la pluviosidad. Por ello, es un amplio e importante sector que se ve afectado especialmente por el calentamiento global, uno de los aspectos del cambio climático y que afecta directamente a aumentos de temperaturas. También el sector turístico depende fundamentalmente del clima. La cuenca mediterránea es de las zonas más inestables a un aumento de temperatura, ya que se encuentra al límite de los ecosistemas semi-desérticos.
El calentamiento global conllevará no solo un aumento de temperatura, sino un cambio climático global. El cambio climático y los impactos asociados serán distintos en una parte u otra de la Tierra. Los efectos pueden incluir (algunos ya se están notando claramente) un aumento en las temperaturas globales, una subida del nivel del mar, inundaciones más agresivas y sequías extremas, expansión de los desiertos, etc. El Ártico tendrá un continuo retroceso de los glaciares (en el Pirineo, prácticamente han desaparecido los glaciares en pocos años), el permafrost y la banquisa. Se anticipa también una acidificación del océano y la extinción de especies debido a regímenes de temperatura cambiantes. A nivel global, aumentará la inseguridad alimentaria por la disminución del rendimiento de las cosechas y la pérdida de hábitat por inundación.
“Las medidas para frenar el calentamiento global, generalmente, se consideran uno de los desafíos más importantes de la civilización y un requisito previo para la aplicación de los principios y objetivos del desarrollo sostenible”, según la Conferencia de las Partes (COP) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés).
Recordemos que según el Artículo 9.5 del Acuerdo de París:
“Las Partes que son países desarrollados deberán comunicar bienalmente información indicativa, de carácter cuantitativo y cualitativo, en relación con lo dispuesto en los párrafos 1 y 3 del presente artículo, según corresponda, con inclusión de los niveles proyectados de recursos financieros públicos que se suministrarán a las Partes que son países en desarrollo, cuando se conozcan.”
Este hecho marca la importancia de la huella de carbono a distintos niveles como esencial en la contabilidad de las emisiones de GEI y del nivel de compromiso que nuestro Gobierno debería afrontar para financiar las acciones de mitigación necesarias.
En los debates que se dieron en la cumbre de Katowice (COP24 de 2018) se partió de un informe científico que recopiló datos durante los últimos años sobre los niveles de gases de efecto invernadero, el estado de la capa de ozono y el aumento de la temperatura. En esta cumbre se discutió sobre las estrategias de descarbonización de la economía de cara al año 2050 y se revisaron las contribuciones climáticas de cada una de las partes.
Estas Cumbres son un foro necesario donde se debaten compromisos y actuaciones concretas, pero deben ser ratificados y llevados a la práctica de manera necesaria. Entre todas las partes, aunque una empresa piense que es un granito de arena en el desierto debe intentar colaborar para desacelerar el proceso de cambio climático. Es una labor de todos, actuando localmente con una consecuencia global.
Este artículo se ha elaborado en el marco del proyecto de EEN-SEIMED financiado por la Red Enterprise Europe Network 2022, de la Unión Europea.

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