Europa lidera a nivel mundial, diversas acciones en favor de la economía circular e hipocarbónica. No obstante, se ha de reconocer que aún se deben realizar muchos esfuerzos para conseguir cumplir determinados objetivos en materia de descarbonización. Es necesario realizar recortes globales en las emisiones y una adaptación sin precedentes para evitar los peores impactos de la crisis climática. Hoy en día los científicos no tienen datos cuantitativos detallados sobre la pérdida de biodiversidad debido al cambio climático, pero lo que está ampliamente reconocido es que el estado de la naturaleza en Europa y en el mundo es tan alarmante como el aumento de las temperaturas.
A criterio de la Agencia Europea del Medio ambiente (AEMA), la crisis climática y de biodiversidad también están vinculadas de muchas maneras. Tal vez, lo más importante es que ambas son causadas en última instancia por unos sistemas insostenibles de producción y consumo, lo que incluye entre otras cosas cuánta energía extraemos y cómo la utilizamos.
La contaminación del aire en Europa sigue muy por encima de los niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo que representa una amenaza importante para nuestra salud. Según la última evaluación de la calidad del aire y la salud de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) publicada hoy, se podrían haber evitado 253.000 muertes en la UE si las concentraciones de partículas finas hubieran cumplido las recomendaciones de la OMS. La exposición a la contaminación del aire causa o agrava ciertas enfermedades como el cáncer de pulmón, las enfermedades cardíacas, el asma y la diabetes, según nuevas estimaciones de los impactos en la salud.
La edición de 2022 de “Señales” de la AEMA proporciona una visión de conjunto sobre la energía y la sostenibilidad en una Europa en recuperación de la pandemia de COVID-19 que afronta una guerra en Ucrania y se ha marcado unos objetivos ambiciosos en materia de protección del clima, la naturaleza y la salud de las personas.
La invasión rusa de Ucrania no ha cambiado la realidad de la crisis climática ni la degradación de la naturaleza, pero ha añadido otra dimensión a los esfuerzos de Europa por hacer que nuestro sistema energético sea más sostenible.
Hacer una economía fuerte y que crezca en el marco de un auténtico desarrollo sostenible, pasa por descarbonizar nuestras actividades económica, en cuanto a producción de energía y movilidad, entre otras. Reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles genera una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, y analizando la situación geopolítica, es el camino hacia una mayor seguridad energética. Se ha podido constatar en los últimos años, lo que ya se sospechaba, Europa es muy vulnerable a la decisión de determinados países como Rusia que está utilizando los combustibles fósiles, en concreto el gas, para amenazar y poner a prueba a Europa. Esta situación de vulnerabilidad desaparecería o se reduciría considerablemente si Europa dispusiese de un sistema energético basado principalmente en una sólida red europea de fuentes renovables nacionales interconectadas. La producción de energía a partir de energías renovables y una interconexión hará de Europa una región del planeta con una energía más respetuosa con el medio ambiente, segura y económica.
Construir un sistema energético sostenible para Europa requiere tiempo y las decisiones que se tomen ahora definirán nuestras opciones para las próximas décadas, algo que se hace especialmente patente en relación con las costosas infraestructuras energéticas. Dadas las circunstancias actuales, Europa necesita reaccionar, no solo rápidamente, sino también en la dirección correcta, para evitar “hipotecarse” a largo plazo con soluciones incompatibles con lo que queremos dejar a las generaciones futuras.
Ahorrar energía es algo que todos podemos hacer en nuestro día a día. Bajar la calefacción, proveer a los hogares de buenos materiales aislantes, utilizar menos agua caliente, usar modos de transporte más respetuosos con el medio ambiente, fomentar el autoconsumo en las empresas, empoderar a las empresas y ciudadanos en la producción y gestión de la energía, son pasos en la dirección correcta. Sin olvidar que la energía más limpia es la ahorrada, la que no se consume, motivada por una conciencia de una eficiencia en la gestión energética. Toda la sociedad junta, los ciudadanos, las empresas y las administraciones pueden hacer posible esta revolución energética.
En este contexto de múltiples crisis, sería fácil perder la esperanza. Pero los grandes desafíos de este siglo los hemos creado los humanos y somos nosotros quienes pueden resolverlos. De hecho, las soluciones ya existen y deben utilizarse con determinación y premura. Las nuevas tecnologías pueden acelerar el progreso, pero la inacción es cada vez más costosa, poco ética y no llevará a ningún resultado positivo.
Por todo ello, las empresas deben liderar el cambio hacia una transición energética más sostenible, esperando que la administración no sea impedimento para ello. La administración debe jugar el papel regulatorio de verificación que las cosas se hacen de manera adecuada, pero no dilatarlas con autorizaciones y permisos que hace que las tan necesarias inversiones no se puedan llevar a término.
La urgencia de tomar medidas no significa que tengamos que renunciar a los principios básicos de la toma de decisiones y el establecimiento de objetivos comunes. El Pacto Verde Europeo demuestra que las políticas necesarias pueden aplicarse mediante un proceso plenamente democrático, involucrando a todos los actores y de una manera justa, sin dejar a nadie fuera de esta transición.
La complejidad de esta transición y el esfuerzo requerido hace del diálogo la mejor estrategia para cumplir con los objetivos y metas trazados desde Europa. Ciertamente el Pacto Verde Europeo, ha marcado decididamente el rumbo a largo plazo hacia la consecución de un futuro mejor, más justo y sostenible.
Lo que hace falta ahora es mantener ese rumbo y avanzar con una clara determinación para materializar esta agenda, al tiempo que se protege e incluso se refuerza el «modelo europeo», que se basa en valores democráticos, el Estado de Derecho y un modelo social que cuide del bienestar para todos, sin excluir a nadie y fomentando los acuerdos público privados, que como recuerda el ODS 17 son un objetivo fundamental para conseguir la sostenibilidad.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible en el año 2023.
¿Eres un patrocinador de soluciones de sostenibilidad y quieres aparecer en este portal?
¿Eres una empresa y no encuentras lo que estás buscando?
Recibe cada dos semanas todas las novedades sobre sostenibilidad empresarial.