La Responsabilidad Social Corporativa o RSC es un concepto que lleva décadas siendo clave en las grandes empresas. Sin embargo, desde hace varios lustros se ha incorporado en el panorama de pymes, startups, e incluso los autónomos en los últimos años buscan a través de esos valores una diferenciación sustancial de su competencia.
Al ser un término que engloba tantas cuestiones es habitual la duda relacionada con qué es y qué no es, y por eso en este artículo de hoy queremos hacer un repaso por las cuestiones más básicas y dar las claves para que los empresarios que todavía no han incorporado un plan concreto con el que regirse en sus compañías.
La multitud de definiciones y cuestiones que engloba la RSC complican su comprensión. De hecho, se trata de un concepto transversal que abarca diferentes ámbitos de la gestión de la empresa que generalmente se relacionan con:
Derechos humanos. En cuanto a valores fundamentales que no solamente las leyes, sino que la propia sociedad pretende defender y ensalzar.
Prácticas de trabajo y empleo. En las que los trabajadores no solamente tengan garantizados sus derechos básicos, sino que puedan obtener ciertos beneficios y se sientan realizados en la empresa.
Protección de la salud. Tanto a nivel interno, como externo de la compañía. Puede estar relacionado con el producto o servicio que vende, o puede ser un concepto general a perseguir.
Cuestiones medioambientales. Compromisos con la reducción de residuos, un nuevo modelo de producción y también la promoción de una nueva manera de consumir.
Intereses de los consumidores. Tanto los que tienen que ver con las regulaciones que ya existen como los que todavía son una necesidad que no se ha convertido en una realidad.
De esas ideas tan generales, luego se crean conceptos más concretos adaptados a la dinámica de la empresa y del propio lugar donde radica. Y con esta tesis sobre la mesa, podríamos concluir sobre el término RSC que en realidad es una manera de dirigir las compañías. Una en la que la gestión del impacto de la actividad en el interior y exterior es clave.
A principios de la década de 1990, la globalización prometía un futuro lleno de buenos augurios. Se suponía que todos saldrían ganando, tanto los países desarrollados como los países en vías de desarrollo.
Parecía que la globalización produciría un desarrollo sin precedentes a escala mundial pero todas esas expectativas se han ido diluyendo al producirse grandes desequilibrios tanto entre los países como dentro de ellos.
La globalización ha favorecido:
Todo este contexto expuesto, ha favorecido el auge del debate sobre la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), como herramienta que sirva para aminorar el impacto negativo de las empresas en general y de las multinacionales en particular, sobre los derechos sociales, laborales, el medioambiente y en definitiva, sobre los Derechos Humanos.
Todavía son muchas las pequeñas empresas, pymes y startups que se plantean si realmente los planes de Responsabilidad Social Corporativa son para ellos.
Tras el análisis previo, es probable que muchas de esas dudas se hayan disipado; sin embargo, lo que tiene que ver con la implementación es quizás lo que perdure.
Desde nuestra iniciativa podemos ofrecerte algunas pautas básicas que seguramente te ayudarán a mantener el foco, ya que muchos de los ejemplos que existen se adaptan únicamente a la gran empresa y eso puede ser desconcertante:
Pensar en la actividad de la empresa. Olvidar que la Responsabilidad Social Corporativa no deja de ser un modo de gestionar la compañía es algo bastante común en el mundo de las pymes. Casi todos los ejemplos son de grandes sociedades, y muchas de ellas de sectores que deben trabajar mucho la concienciación social. Por ello, aunque lo de pensar en grande sea algo que siempre se valora como positivo, en este caso, el refrán que mejor se ajusta es “pensar con los pies en la tierra”. Es más fácil seguir avanzando hacia ese gran objetivo desde un estadio ya activo, que hacerlo sin pasar a la acción desde uno inicial.
Vocación de permanencia. La RSC es algo que debe permanecer. No sirve de nada comprometerse con algunos aspectos hoy y pasar a otra cosa mañana. Considerando que los cambios que se plantean requieren tiempo, que el modo de gestión necesita un período de adaptación y que probablemente muchos objetivos haya que modificarlos por el camino, hay que estar convencido de este planteamiento a largo plazo. Es más, sería más conveniente hablar de un cambio definitivo, que no tiene vuelta atrás.
Compromiso de la alta dirección. Es fundamental que la dirección de la empresa se comprometa en la práctica con la ejecución. De nada sirven los planteamientos teóricos si no se plantean acciones y presupuestos específicos para las mismas.
La mejor decisión que puedes tomar para empezar a gestionar tu compañía desde la RSC, ya sea a nivel económico, social o medioambiental, es consultar con especialistas. Generalmente, hay empresas que ofrecen asesoramiento e implementación inicial, así como planes de seguimiento que pueden convertirse en el equipo de expertos externo que te ayude en esos primeros pasos.
IMAGEN: Daniel Funes Fuentes
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