
La Responsabilidad Social de la Empresa va adquiriendo, cada vez más, un protagonismo en la gestión y estrategia de cualquier comercio, independientemente de su tamaño y actividad económica. Las razones de esta importancia tienen mucho que ver con el actual proceso de globalización y de digitalización. Hoy en día, la sociedad está cada vez más convencida de que el beneficio económico, las ganancias de una empresa, no pueden lograrse a costa del beneficio social y ecológico. Cuando un cliente busca calidad en un producto o servicio, presupone que dentro del significado de calidad se incluyen también aspectos sociales y medioambientales. Por otro lado, además de una mayor demanda de Responsabilidad Social por parte de los consumidores, el escenario actual de un mercado global ya no permite distinguir grandes y pequeñas empresas en todo lo que afecta a la producción en los países en vías de desarrollo. De hecho, es precisamente el comercio el que más sufre con la competencia de los mercados emergentes. En este sentido, se puede afirmar que la RSE constituye un elemento básico de diferenciación de los productos y servicios del pequeño comercio, una razón que justifica su existencia en este nuevo escenario global.
Ciertamente la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha evolucionado de ser una práctica voluntaria a constituirse en un componente estratégico fundamental para las organizaciones comprometidas con el desarrollo sostenible. En el contexto del comercio local, la implementación de políticas de RSE no solo fortalece la reputación de la empresa, sino que genera un impacto tangible en el bienestar económico, social y ambiental de las comunidades donde se ubica el comercio.
Para comenzar de manera adecuada se ha de considerar las características que tiene el comercio en la Comunidad Valenciana, donde la gran mayoría, de microempresas de menos de 5 trabajadores (cerca del 98 % son micro pymes), con las implicaciones que genera esta situación en cuanto aspectos internos de la RSE (flexibilidad laboral, conciliación vida familiar/laboral, remuneración, etc.). Otro de los aspectos a destacar en el pequeño comercio, es que es un sector empresarial muy heterogéneo, lo cual dificulta cuestiones que van desde la determinación de la propia identidad del comercio como actividad, hasta cuestiones que tienen que ver con la dificultad de implementar políticas y estándares de RSE generales para todo tipo de comercio. Dentro de esta heterogeneidad cabe destacar que la gran mayoría son empresas dedicadas al sector de la alimentación (más del 40%) y que el comercio minorista de ropa, calzado y complementos es el sector más atomizado, supone cerca del 17% de los comercios en la Comunidad Valenciana.
Se ha de considerar que en la actualidad se abre la posibilidad al pequeño comercio (de proximidad) como también al comercio en general, la idea de que se puede convertir la RSE en un activo para el comercio, incluso en uno de los rasgos básicos de identidad propia, de su esencia, que pueda llevar elementos característicos y de diferenciación en el mercado. Para alcanzar este sello identitario, el pequeño y mediano comercio debe pasar de ser un elemento estático /silencioso a una empresa activa/comunicativa, dialogando con sus grupos de interés próximos (trabajadores, proveedores, clientes, administración, organizaciones sociales, etc..) con el fin de mejorar esta interacción social reduciendo a mínimos el impacto ambiental y obteniendo beneficios económicos. Conseguir en definitiva, un desarrollo a partir de tres vectores: personas (sociedad), economía y ecología.
Para que este equilibrio sea una realidad y el comercio perdure, crear confianza es una de las características y virtudes que todo comercio debe conseguir para poder desarrollarse en un mercado cada vez más exigente. La cercanía, la relación entre personas en un mundo donde lo digital se va imponiendo, es un valor esencial en el comercio situado en una comunidad concreta.
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Aunque inicialmente la RSE llega a los consumidores y sociedad en general, a través de las grandes empresas, es precisamente en las PYME donde se puede apreciar más los recursos derivados de una gestión comprometida con las personas (clientes, trabajadores, proveedores, …), la comunidad donde se encuentre y su entorno. La RSE, es una labor conjunta, un compromiso de todos, independiente del tamaño y actividad económica comercial.
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El comercio local, caracterizado por la proximidad geográfica entre productores y consumidores, enfrenta desafíos significativos ante la globalización y la concentración del mercado en grandes corporaciones. En este escenario, la RSE emerge como una herramienta clave para promover la equidad económica, fomentar el empleo digno y dinamizar las economías regionales. Las empresas que operan bajo principios de RSE asumen el compromiso de integrar criterios sociales, éticos y ambientales en sus decisiones comerciales, favoreciendo prácticas que impulsan el desarrollo del entorno donde operan.
Una de las principales áreas de impacto de la RSE en el comercio local es la contratación de proveedores y mano de obra del área geográfica de influencia. Al priorizar cadenas de suministro locales, las empresas contribuyen a reducir la huella de carbono asociada al transporte, estimulan la economía del territorio y refuerzan el tejido empresarial de pequeñas y medianas empresas (pymes). Además, este enfoque promueve relaciones comerciales más estables, basadas en la confianza y la reciprocidad.
Asimismo, las políticas de RSE orientadas a la formación y capacitación de empleados locales permiten mejorar la competitividad del capital humano, reduciendo brechas de empleabilidad y generando oportunidades para sectores tradicionalmente excluidos. En este sentido, el comercio local se convierte en un vehículo para la inclusión social, la cohesión comunitaria y la generación de valor compartido.
No obstante, para que la RSE tenga un impacto real en el comercio local, es imprescindible que las acciones empresariales vayan más allá del marketing social. La autenticidad, la transparencia y la medición de resultados son elementos esenciales para consolidar la credibilidad de las iniciativas. La colaboración con gobiernos locales, organizaciones no gubernamentales y asociaciones comunitarias puede fortalecer la pertinencia y efectividad de los programas de RSE.
En conclusión, la RSE aplicada al comercio local no solo responde a criterios éticos, sino que representa una estrategia inteligente de desarrollo empresarial sostenible. Al integrar el bienestar comunitario como parte de sus objetivos, las empresas pueden construir economías locales más resilientes, equitativas y sostenibles en el largo plazo.
Este artículo se ha elaborado en el marco del proyecto de EEN-SEIMED financiado por la Red Enterprise Europe Network, de la Unión Europea 2022.

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