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Obsolescencia programada: ¿qué es y por qué es un problema?

Cuánto contamina la obsolescencia programada

¿Te has preguntado alguna vez por qué tus dispositivos electrónicos parecen fallar justo después de que vence su garantía?  

La respuesta puede estar en la obsolescencia programada, un fenómeno que afecta a millones de consumidores en todo el mundo. 

De hecho, es mucho más que un simple problema de productos defectuosos; es una estrategia comercial diseñada para mantenernos atrapados en un ciclo interminable de consumo.  

Desde teléfonos inteligentes hasta electrodomésticos, esta práctica hace que los productos sean deliberadamente menos duraderos o funcionales de lo que podrían ser, obligándonos a reemplazarlos con más frecuencia de lo necesario. 

Pero ¿por qué debería importarnos? Porque no solo afecta nuestra billetera, sino también el medioambiente y la calidad de vida. 

Si quieres descubrir más sobre el tema y tomar el control de tus decisiones como consumidor. Sigue leyendo el artículo que hemos preparado para ti.  

Qué es la obsolescencia programada 

Es la práctica deliberada de diseñar productos con una vida útil limitada o predefinida, para forzar a los consumidores a reemplazarlos con mayor frecuencia, ya sea por rentabilidad económica o de mantener el crecimiento constante del mercado. 

De ahí que se manifiesta de varias formas, desde componentes electrónicos que dejan de funcionar tras un cierto número de ciclos, hasta productos que son difíciles o costosos de reparar cuando se averían. 

Uno de los ejemplos más citados son los teléfonos móviles, ordenadores y otros dispositivos se actualizan con regularidad, dejando modelos anteriores en desuso en un corto período de tiempo.  

Por eso se habla de una manipulación consciente por parte de los fabricantes para garantizar la demanda continua de sus productos. 

Aunque parece beneficiosa para las empresas aumentar las ventas y mantener el flujo de ingresos, tiene implicaciones significativas para los consumidores y el entorno.  

Por un lado, puede llevar a un ciclo insostenible, donde los productos se descartan de forma prematura y contribuyen al desperdicio masivo de recursos naturales. 

De esta misma manera, socava la confianza del consumidor en la calidad y durabilidad de la mercancía, lo que a su vez puede afectar la lealtad a la marca y la reputación del negocio a largo plazo. 

¿Cuál es la causa de la obsolescencia? 

El tema es muy complejo, ya que involucra una combinación de factores económicos, comerciales y tecnológicos. En el corazón de este fenómeno se encuentra la búsqueda de rentabilidad por parte de las empresas y el impulso constante por impulsar el crecimiento. 

Una de las principales razones detrás, es el modelo económico basado en el consumo continuo. Las empresas dependen de la venta recurrente de productos para mantener sus ingresos y satisfacer las expectativas de los accionistas. 

En este contexto, contar con una vida útil limitada puede parecer una estrategia efectiva para garantizar la demanda constante. 

Otro factor es la falta de incentivos para diseñar productos duraderos. En muchos casos, los fabricantes optan por utilizar materiales más baratos y métodos que dificultan la reparación, lo que puede llevar a una mayor tasa de desuso prematuro. 

Además, la cultura del consumismo y la presión social para tener lo último en tecnología y tendencias de moda también contribuyen a alimentar el ciclo. 

Para contrarrestar la obsolescencia es esencial fomentar la conciencia sobre el consumo responsable y promover políticas que incentiven la durabilidad de los productos, la reparabilidad y el reciclaje. 

Asimismo, es crucial que los consumidores exijan transparencia y se informen sobre la vida útil de los productos que compran, optando por aquellos que ofrezcan una mayor longevidad y menor impacto ambiental. 

¿Cuánto contamina la obsolescencia programada? 

La producción excesiva de bienes de consumo y rápido desuso de la mercancía contribuyen a la generación masiva de residuos y a la contaminación ambiental. 

Uno de los principales problemas ambientales asociados con esta práctica es el aumento en la producción de desechos electrónicos. Los dispositivos, como teléfonos móviles, ordenadores y electrodomésticos, contienen una variedad de materiales tóxicos y metales pesados que pueden contaminar el suelo, el agua y el aire cuando son desechados incorrectamente. 

Incluso, la producción y eliminación de artículos de corta duración requiere una gran cantidad de recursos naturales, como agua, energía y materias primas. Esto contribuye a la sobreexplotación  y al agotamiento de los ecosistemas. 

No solo eso, la estrategia tiene un impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero. Su fabricación, distribución y eliminación contribuyen a la huella de carbono de los negocios, lo que a su vez promueve al cambio climático y sus efectos asociados, como el incremento de las temperaturas, el derretimiento de los glaciares y el aumento del nivel del mar. 

¿Qué se puede hacer para combatir la obsolescencia programada? 

Como ya mencionamos, el fenómeno tiene implicaciones significativas tanto para los consumidores como para el medioambiente. 

Sin embargo, hay estrategias que podemos adoptar para lograr un consumo más sostenible. 

  • Fomentar la reparación. Promover el arreglo de los productos mediante el diseño de componentes reemplazables y la disponibilidad de piezas de repuesto. Esto permite extender la vida útil y reducir la necesidad de cambio con frecuencia.
  • Legislación. Implementar leyes y regulaciones que prohíban o limiten la práctica, así como incentivar la transparencia por parte de los fabricantes sobre la durabilidad y reparabilidad de los productos.
  • Educación. Informar a los consumidores sobre los impactos negativos y cómo pueden tomar decisiones de compra más conscientes, optando por artículos duraderos y reparables.
  • Apoyo a la economía circular. Promover modelos de negocio basados en que los productos se diseñan para ser reutilizados, reparados y reciclados al final de su vida útil, en lugar de ser desechados.
  • Fomentar la innovación sostenible. Invertir en investigación y desarrollo de tecnologías y materiales que promuevan la sostenibilidad y la durabilidad de los productos, así como en modelos de negocio innovadores que recompensen la longevidad. 
  • Movimientos de consumidores. Apoyar y participar en agrupaciones que abogan por prácticas comerciales más éticas y sostenibles, presionando a las empresas y gobiernos para que tomen medidas. 
  • Compartir e intercambiar.  Fomentar la reutilización y el alquiler de productos entre comunidades, lo que puede disminuir la demanda de nuevos artículos y alargar la vida útil de los existentes. 

Al tomar medidas individuales y colectivas para abordar la situación, es más viable trabajar hacia un futuro donde los productos sean diseñados para durar, promoviendo así un consumo más responsable y sostenible. 

Conclusión 

La obsolescencia programada no es un destino inevitable. Es un sistema que podemos combatir con decisión y conocimiento.  

En nuestras manos está romper el ciclo de consumo desmedido y construir un futuro más sostenible. 

Pero ¿qué podemos hacer al respecto? La respuesta está en nuestras manos. 

Existe la opción de elegir productos con mayor durabilidad, reparar en lugar de reemplazar y exigir a las empresas prácticas más sostenibles.  

Al compartir este artículo, estás ayudando a difundir la conciencia sobre el problema y a promover un cambio positivo.  

Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible en el año 2024.

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