El hambre extrema y la malnutrición representan una dificultad para el desarrollo sostenible.
Son casi 800 millones de personas que la padecen en todo el mundo y la gran mayoría están en los países en desarrollo.
Se calcula que para alimentarlas se necesita realizar cambios significativos en el sistema agroalimentario mundial.
Incluso para ponerle un punto final al hambre en el 2030, se requieren más de 267.000 millones de dólares más al año. Por lo tanto, es urgente invertir en las zonas rurales y en la protección social, para que los pobres logren el acceso a los alimentos y puedan mejorar sus medios de vida.
La gran pregunta es ¿por qué hay tantas personas que pasan hambre?
Todo apunta a que las malas prácticas de recolección y el desperdicio de alimentos han contribuido a la escasez.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un tercio de los alimentos que se producen a escala mundial se desperdician y 1.300 millones de toneladas de alimentos se tiran a la basura cada año.
Las guerras también han influido de forma negativa en la disponibilidad de la comida y han generado la destrucción del medio ambiente, que es fundamental para cultivar el sustento diario.
De ahí que un mundo con hambre cero es una pieza clave de la construcción de un futuro mejor para todos, porque fortalece la economía, la salud, la educación, la igualdad y el desarrollo social en general.
De hecho, cada persona como consumidor y votante puede usar su poder para exigir que las empresas y los gobiernos asuman las decisiones y realicen los cambios que hagan posible lograr el objetivo del Hambre Cero.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 tiene una meta clara: investigar y descubrir cómo erradicar el hambre en el mundo.
Para ello se enfoca en asegurar el acceso de toda la población, en especial la más vulnerable, a una alimentación nutritiva, sana y suficiente.
Poner fin al hambre pasa por promover la agricultura sostenible, ya que debido al rápido crecimiento económico y al incremento de la productividad agrícola en las últimas dos décadas, el porcentaje de personas desnutridas disminuyó casi a la mitad.
Muchos países en desarrollo que sufrían hambrunas están ahora en condiciones de cubrir las necesidades nutricionales de los más necesitados.
A pesar de todo, países de Asia Central, Oriental y América Latina y el Caribe han avanzado en la erradicación del hambre extrema.
Lamentablemente, el hambre y la desnutrición siguen siendo una traba para el desarrollo de muchos países.
Se estima que en el año 2014, más de 795 millones de personas sufrían de desnutrición crónica, algunas como consecuencia directa de la degradación ambiental, la sequía y la pérdida de biodiversidad.
Para el 2050 se calcula que habrá 2 billones de personas más en el planeta y 25 % menos de tierras cultivables. Por ello, es urgente un sistema de producción alimentaria sostenible y prácticas agrícolas resilientes que ayuden a la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición.
Estas cifras son el punto de partida para promover prácticas agrícolas sostenibles a través de la optimización de los medios de vida y las capacidades de los pequeños productores, el acceso igualitario a tierras, tecnología, mercados y el fomento de la cooperación internacional que aseguren la inversión en la infraestructura necesaria para impulsar la productividad agrícola.
¿Qué es la agricultura sostenible y por qué es tan importante?
Un requisito indispensable para que la agricultura sea sostenible es que cubra las necesidades alimentarias de las actuales y futuras generaciones a precios racionales para los consumidores y suficientes para mantener la economía del sector agrario sin arriesgar la salud del medio ambiente, ni la cantidad de recursos naturales.
De allí que podemos asegurar que la agricultura sostenible es un sistema de producción agraria que conserva los recursos, ambientalmente sano y viable desde el punto de vista económico.
La agricultura sostenible nace de la obligación de crear sistemas alternativos que sean más armoniosos con las necesidades de la sociedad actual, que exige formas de producción menos agresivas para el medio ambiente y social y económicamente más aceptables.
¿Qué se necesita?
Cifras lamentables señalan que más de la tercera parte de la tierra agrícola está degradada, hasta el 75 % de la diversidad genética de los cultivos se ha perdido y el 22 % de las razas de ganado está en riesgo.
Y no solo eso, más de la mitad de las poblaciones de peces están plenamente explotadas y en la última década unas 12 millones de hectáreas de bosques al año fueron deforestadas para darle otro uso.
El anterior escenario da lugar a 4 principios clave para dirigir la transición agrícola hacia la sostenibilidad:
Cifras lamentables señalan que más de la tercera parte de la tierra agrícola está degradada, hasta el 75 % de la diversidad genética de los cultivos se ha perdido y el 22 % de las razas de ganado está en riesgo.
Y no solo eso, más de la mitad de las poblaciones de peces están plenamente explotadas y en la última década unas 12 millones de hectáreas de bosques al año fueron deforestadas para darle otro uso.
El anterior escenario da lugar a 4 principios clave para dirigir la transición agrícola hacia la sostenibilidad:
De acuerdo con las políticas agrarias de la Unión Europea, los factores que inciden en la sostenibilidad de los cultivos son:
Para combatir el hambre en el mundo y alcanzar el éxito de este Objetivo de Desarrollo Sostenible, todos los agentes deben contribuir con sus acciones. Aquí algunos consejos de la ONU que todos pueden aplicar:
De esta forma, ayudas a una producción alimentaria global más sostenible.
La Organización de Naciones Unidas es enfática al momento de señalar que «mientras el hambre crónica impide a la gente alcanzar su pleno potencial, el hambre cero lo cambia todo. Con ella, los niños pueden permitirse soñar, las comunidades pueden lograr su autosuficiencia y los países en vías de desarrollo hacer inversiones a largo plazo que beneficiarán a generaciones»
En concreto, el Programa Alimentario Mundial -PAM ha elaborado una lista con las ocho acciones que el hambre cero puede hacer por el mundo:
Al final se pueden hacer cambios en la vida cotidiana, en el hogar, en el trabajo y en la comunidad, siempre dirigidos a apoyar a los agricultores o a los mercados locales.
Pero en especial tomar decisiones sostenibles sobre la alimentación, respaldando la buena nutrición para todos y luchando contra el desperdicio de alimentos. La decisión es nuestra.
Articulo realizado en el marco del proyecto: Socializarse, financiado por la Secretaría Autonómica de Presidencia de la Generalitat Valenciana.
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