Llevamos tiempo viviendo un cambio importante en la concepción que tenemos de recursos y en cómo las empresas deben desarrollar su responsabilidad corporativa.
De hecho, en los últimos años, y con las nuevas generaciones, el compromiso con el medio ambiente y lo que se ha venido a denominar economía circular parece haberse convertido en una necesidad. Sin embargo, además de ser un reclamo por parte del público para las empresas manufactureras, es cada vez más habitual ver referencias en otros sectores. De ahí el concepto de turismo circular.
Cuando se hace referencia al turismo circular, son varios los matices que pueden ser tenidos en cuenta, pero siempre va a existir una correlación directa con las 3p´s de la economía circular; es decir, persons, politics y places.
En un artículo previo en el que hacíamos mención a los retos y brechas de la nueva economía puedes ampliar la información sobre este asunto, ya que en este caso queremos enfocarnos únicamente en lo referente al turismo.
Probablemente la «p» relacionada con la política es la sobre la que menos influencia puede tener la empresa en el corto plazo, aunque es siempre la más relevante en el largo plazo y se debe trabajar desde el sector empresarial para ejercer presión. En el mundo del turismo, esa presión se enfoca a la reducción de la burocracia, a la solicitud de ayudas y subvenciones orientadas a nuevos modelos de negocio más responsables, así como a la apuesta por concienciar a la población general sobre la necesidad de una nueva manera de hacer turismo.
La «p» relativa a los places o lugares, es probablemente la más interesante en cuanto a posibilidades. Precisamente hablando del turismo circular, desde la llegada de la pandemia lo cercano se ha redescubierto por el público. Fomentar esa alternativa de que no es necesario hacer miles de kilómetros para desconectar, descubrir el patrimonio o disfrutar de una deliciosa gastronomía es importante. Además, unido al concepto de economía circular en la que se pretende dar salida a los productos que se elaboran en la propia comunidad, el turismo tiene mucho que decir. Considerando su relación directa con la gastronomía, fomentar el uso de los productos que se cultivan y producen en esa región podría suponer un avance muy importante en la reducción de emisiones, así como en el propio tejido económico de las zonas dónde se producen esos bienes y alimentos.
También en lo relativo a lugares, el turismo circular debe tender a potenciar ese conocimiento de lo que se tiene cerca. Apostar por un destino al que se llega emitiendo menos CO2, o incluso por planes como el Camino de Santiago, o rutas de senderismo y bicicleta como modelos de transporte para desplazarse en el lugar elegido. Recorrer una ciudad, o pasear por espacios rurales pueden ser además buenas maneras de recuperar hábitos saludables.
En cuanto a la «p» relacionada con las personas, en realidad muchas de las cosas que hemos mencionado antes tienen que ver con ello, ya que se trata de plantar la semilla del cambio en el público general para que, poco a poco, ese cambio de mentalidad sea una realidad. Que en unos años, la mayoría calcule, además del precio de su viaje, el coste en huella de carbono que emite buscando fórmulas para reducirla.
Si la economía circular se basa en las 3p’s que hemos mencionado y adapta aquello de las 3R´s dando prioridad a las dos primeras frente a la tercera, hay algunas cosas que se pueden tener en cuenta para apostar por un turismo más circular en el medio plazo:
♻️ Reducir el uso de papel en todos los trámites relacionados con los billetes y las reservas. Todo puede ser digitalizado, ahorrando además tiempo de tramitación. Si el público no lo acepta fácilmente, incentivarlo puede ser una buena práctica.
♻️ Potenciar los recursos naturales y los servicios que se tienen cerca. Buscar acuerdos de colaboración y partnership tanto con entes privados como públicos de la región para que unos se promocionen a otros, de tal manera que la mayor parte del gasto del turista sirva para alimentar el círculo de la propia comunidad y permita un mejor desarrollo de la misma.
♻️ Facilitar el traslado a través de medios no contaminantes y que incluso fomenten los buenos hábitos. En locales de hostelería, ofrecer por ejemplo bicicletas en alquiler, o sellar acuerdos con el ayuntamiento para acceder a las públicas en condiciones más ventajosas para el huésped.
♻️ Apostar por el producto que se cultiva, cría y elabora cerca. Muchos restaurantes se comprometen ya con el llamado producto local, aquel que ha sido producido en las inmediaciones y nunca a más de 100 km del lugar. Esto también supone un valor añadido para el turista, ya que la apuesta gastronómica será de temporada y más fresca.
♻️ Reducir el número de envases y apostar por aquellos que sean reutilizables. Tanto en la hostelería, como en otras ramas relacionadas con el turismo, la cantidad de residuos que se generan puede reducirse drásticamente si se apuesta por una nueva manera de consumir. La compra mayorista puede servirse en muchos casos a granel, o utilizando envases reutilizables, aunque es la industria de distribución la que debe comprometerse con este punto.
El turismo circular es todavía un concepto bastante novedoso. Sin embargo, considerando el cambio de hábitos radical que ha supuesto la pandemia, así como la caída del turismo internacional al que España estaba acostumbrada por ser uno de los destinos preferidos, es probable que ese término empiece a sonar mucho más a menudo en el sector y que traiga novedades y mejoras, no solo para el medioambiente, sino para la sociedad en la que se desarrolla la actividad.
Foto: Liza Rusalskaya
Este artículo se ha realizado en el marco del proyecto: Rsircle 21, financiado por la Conselleria de transparencia, responsabilidad social, participación y cooperación de la Generalitat Valenciana y Caixa Popular.
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