Reciclar significa utilizar un producto más de una vez y darle nuevas vidas hasta que sea posible.
Significa no deshacerse del artículo en cuestión después de su primer uso, significa prolongar su existencia y hacer que cada día, entre todos, generemos menos basura.
Reciclar no es una moda, ni una práctica surgida por las creencias de alguien iluminado. Reciclar es hoy en día una necesidad.
El número de habitantes del planeta crece con una rapidez impresionante: en 1900 había 1.600.000.000 personas en el mundo, hoy somos 8.000.000.000. La población mundial se ha multiplicado más de cuatro veces en poco más de un siglo. Con ella ha subido, como es lógico, la demanda de alimentación, recursos, y… la basura derivada de todo ello.
No podemos ignorar estos números cuando hablamos de ecología y cuando pensamos en las acciones necesarias para cuidar del planeta (el único que tenemos) y de nuestro entorno. No vale la retórica de aquellos con la insostenible e injustificada idea de que la Tierra siempre ha aguantado y sobrevivido, que antes no había tanta preocupación por el medio ambiente y la ecología, y no ha pasado nunca nada.
No vale, porque nunca hasta ahora hemos sido tantas personas viviendo en el mismo planeta, aprovechándonos de sus recursos.
A mí me parece que está muy claro y es muy fácil de entender… ¿y a ti?
Cuando nos preocupamos de no dejar restos de materiales que la tierra no puede absorber (plásticos, metales, otros materiales inertes) estamos tratando de no dejar huella, de dejar espacio, de hacer que el suelo y el medio ambiente y sus principales componentes, aire, agua, tierra, descansen, para poder durar más tiempo y para más personas.
De aquí nace la necesidad de reciclar. Probablemente, la primera imagen en la que pensamos cuando escuchamos la palabra “reciclaje” es la de los cubos de basura de diversos colores que encontramos en nuestros pueblos y ciudades.
No nos equivoquemos, en realidad el cubo de la basura debería ser el último de los recursos para los desperdicios que generamos.
Si empezamos a preocuparnos por destino de cómo viene empaquetado lo que compramos, y nos decantamos en ese momento por uno producto sin envase superfluo y contaminante, podemos prevenir los costes (no solo económico) que supondría tanto a nosotros como al medio ambiente al comprar un producto innecesariamente envasado. ¿Cuánto plástico vemos hoy en dia envolviendo la verdura que compramos en el supermercado? ¿Es necesario este envoltorio? Por supuesto que no. ¿Es bueno para la salud? Obviamente tampoco.
¿Cuántos materiales y capas de envoltorio componen los envases de cereales, carnes, dulces, que compramos semanalmente?
Muchas veces estos envases sirven para que los alimentos o los artículos que compramos resulten más atractivos y bonitos, para que nos los llevemos más satisfechos a casa.
Una vez en casa, tendrán una vida muy corta y terminarán pronto en la basura.
De este grave abuso del envoltorio superfluo, surge la reciente vuelta a la venta a granel. Un producto vendido al peso, o a granel, es un producto distribuido de una forma más responsable y sostenible.
¿Tu supermercado vende a granel? ¿Las bolsas que pone a tu disposición para recoger la verdura son de plástico, de papel, de otros materiales reutilizables o reciclables? ¿Son quizá biodegradables?
El proceso de reciclaje empieza por las empresas
Hoy en día, o mejor dicho, desde la Ley española de envases 11/1997, las empresas productoras de cualquier producto envasado (alimentario o no) deben hacerse responsables del impacto de los materiales usados, y contribuir, con una cuota anual, a los gastos requeridos para el proceso de reciclaje.
Esta obligación se establece en el marco de la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP), un concepto introducido en Suecia por Thomas Lindhqvist, en 1990.
Existe también un Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP), un programa de colaboración que permite a las empresas participar y tomar iniciativas compartidas con el objetivo de optimizar el esfuerzo y los objetivos comunes a todas ellas.
El concepto de colectividad es muy importante a la hora de hablar de reciclaje. No es difícil entender el reciclaje tendrá efectos positivos, sólo si somos muchos practicándolo, si como sociedad, todos nos comprometemos a ello.
Hacernos cada uno de nosotros responsables de nuestra parte, cualquiera que sea nuestro papel, bien en la producción, bien en el uso de los productos, es primordial para percibir que nuestras acciones conscientes hacia el cuidado del medio ambiente, no son actos aislados, sin sentido, que caen en saco roto, sino parte de un plan estratégico mayor, con impacto real, de toda la sociedad.
A menudo, escucho a mis vecinos decir:
No tiene sentido que yo recicle, si los demás no lo hacen y tiran toda la basura junta. Tampoco tiene sentido, si tras segregar los ciudadanos sus desperdicios y residuos adecuadamente, luego los juntan todos cuando llega el servicio de recogida de basuras.
Es muy triste oír cosas así. La minimización de residuos, y la adecuada gestión de estos, es el único camino viable para prolongar la vida de nuestro planeta, y, por tanto, la nuestra propia como ser humano. La única forma para hacer que los que vienen detrás puedan seguir disfrutando del mundo y de su belleza como la hemos conocido nosotros.
Artículo elaborado por Biofood Network.
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