Estudios científicos han estimado que las emisiones anuales de la industria alimentaria se ubican en más de 17.318 millones de toneladas métricas de CO₂.
De allí que la producción alimentaria es una de las mayores fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que son responsables del cambio climático. También el transporte, procesamiento y consumo de alimentos generan una huella de carbono significativa.
Por esto mismo, es necesario que la industria alimentaria tome las medidas para disminuir su impacto en el cambio climático, lo que incluye la adopción de prácticas sostenibles.
En este artículo examinaremos cómo la industria alimentaria se vincula con el cambio climático y qué acciones se pueden tomar para minimizar los efectos negativos.
El cambio climático perjudica a la producción, transformación, distribución y consumo de alimentos, así como su disponibilidad y seguridad.
Uno de los estudios más relevantes sobre el tema se llevó a cabo en el 2011 y fue publicado por la revista Environmental Health Perspective.
En el trabajo se predijo que el calentamiento del planeta aumentaría las infecciones transmitidas por los alimentos.
Después, en el 2015, un grupo de expertos de la Universidad de Gante (Bélgica) y la Universidad de Wageningen (Países Bajos) confirmó la teoría y relacionaron las modificaciones de la temperatura y los patrones de precipitaciones con la contaminación de frutas y verduras.
Para los especialistas, la temperatura del ambiente y las lluvias influyen en los alimentos y las enfermedades transmitidas por el agua. Entre los patógenos más frecuentes están la Salmonella, Campylobacter y enterovirus.
Por otro lado, la sequía provoca la disminución en el vigor de las plantas y ahora son más susceptibles a las enfermedades.
A su vez, las inundaciones favorecen la proliferación de hongos patógenos en las hojas y muchos organismos que producen enfermedades que se propagan con las corrientes de aire.
También el cambio climático ocasiona que las temperaturas de los océanos varíen y la salinidad lleva a una mayor contaminación de los peces debido al mercurio.
Muchos estudios sobre Fenología se han enfocado en cómo el cambio climático degrada el sabor, características y floración de los alimentos.
Por ejemplo, la merma de las propiedades nutricionales, ya que la concentración de dióxido de carbono (gas de efecto invernadero) baja la cantidad de zinc, hierro y proteínas e incrementa el contenido de almidón y azúcar en cultivos como el trigo y el arroz.
En sí, el cambio climático empeorará las condiciones de vida de agricultores, pescadores y todas las personas que viven en los bosques, poblaciones vulnerables y que adicionalmente sufren inseguridad alimentaria.
Es cierto que el modelo de desarrollo aplicado en las últimas décadas generó progreso y oportunidades para millones de industrias.
Sin duda, el patrón provocó fuertes desequilibrios en el medioambiente y si la naturaleza carece de estabilidad no es posible el desarrollo real para la mayoría de los países.
Esta gran aceleración industrial tiene como protagonistas en la parte ambiental a la combustión de gas, petróleo y carbón.
Igualmente, al sistema de producción de algunos alimentos a gran escala y a las modificaciones en el uso del suelo por la deforestación para ganadería o agricultura.
Al respecto, en el 2021 fue publicado un nuevo informe del panel científico de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) conformado por 200 investigadores de 66 países, trabajó por más de cinco años para ofrecer las bases físicas del cambio climático.
El informe reseña que es posible que antes de 2040 la temperatura promedio sobre la tierra aumente en 1,5 grados centígrados, lo que deja a un lado la meta principal del Acuerdo de París, que al parecer ya no se va a cumplir.
Esta investigación calculó que las industrias de alimentos generaron, solo en el 2015, el 34 % de las emisiones que causan el cambio climático. Las cuales hay que reducir de manera urgente para evitar el colapso de algunos sistemas que soportan la existencia de la sociedad y las especies.
En otras palabras, para 2050 es probable que la población mundial haya aumentado un tercio, un fenómeno que se apreciará con más peso en los países en desarrollo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que, para mantener el ritmo actual del consumo, es necesario que la producción agrícola tenga que subir a 60 %.
Es decir, que la industria debe experimentar una notable transformación, lo que complicaría aún más el cambio climático. También los fenómenos meteorológicos más extremos, que son cada vez más imprevisibles, están dando lugar a una reducción de la producción.
Para disminuir los efectos del cambio climático en la industria hay que adoptar sistemas más productivos, que utilicen los insumos con más eficiencia y que sean más resilientes a los riesgos y a la problemática del clima.
En la mayoría de los casos, cuando se habla de cambio climático, el tema está centrado en los desechos industriales y el transporte, pero las emisiones de la industria alimentaria también influyen en la crisis climática.
De acuerdo con el estudio “Global greenhouse gas emissions from animal-based foods are twice those of plant-based foods”, la industria alimentaria produce más del 35 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Es decir, que equivalen a más de 17 mil 300 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono emitidas cada año.
En esencia, el hambre y la seguridad alimentaria son dos problemas que han prendido la alerta a nivel mundial, la producción desequilibrada de alimentos es apreciada como la causa número uno de la crisis ambiental.
Al punto que las emisiones de la industria que más contaminan son provocadas por:
Por ejemplo, la producción de alimentos de origen animal produce el 57 % de las emisiones de efecto invernadero, la de alimentos de origen vegetal el 29 % y el 14 % son para las emisiones agrícolas derivadas de productos que no son empleados como alimentos.
Como ya lo hemos mencionado, la industria alimentaria también es responsable del cambio climático. Es por eso, que muchas empresas están tomando medidas para reducir su huella de carbono:
Para ello se puede instalar algunos sistemas de digestión anaerobia de aguas residuales, elementos orgánicos y lodos de depuración.
Todos los expertos coinciden que algunas medidas pueden contribuir a generar una industria alimentaria sostenible y responsable con el medioambiente.
Es por eso que las empresas cada día quieren aportar valor a la sociedad a través de la promoción de la sostenibilidad del entorno y la búsqueda del equilibrio entre eficiencia y naturaleza.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible en el año 2023.
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