
La certificación LEED para empresas es una expresión que cada vez escuchamos con más frecuencia.
Sobre todo porque no siempre está claro: ¿es solo una etiqueta verde para la vitrina corporativa o un trámite más?
Lo cierto es que muchas organizaciones quieren avanzar hacia la sostenibilidad, pero no saben cómo hacerlo.
En algunas ocasiones, invierten en pequeñas mejoras como bombillos LED, reciclaje o algún panel solar.
Y claro, sin un marco de referencia, es difícil demostrar que ese esfuerzo tiene valor más allá de lo simbólico.
La buena noticia es que hay un camino reconocido internacionalmente para ordenar esas iniciativas y convertirlas en una estrategia sólida: la certificación LEED.
No es magia ni está reservada solo para grandes corporaciones.
Se trata de una metodología práctica, escalable y validada que sirve para ahorrar costos, elevar tu reputación y promover cambios reales.
¿Te interesa que tus esfuerzos en sostenibilidad se vean y abran puertas?
Entonces quédate por aquí, porque este artículo tiene como objetivo orientarte sobre qué debes hacer.
LEED son las siglas de Leadership in Energy & Environmental Design, o lo que en español se traduce como Liderazgo en Energía y Diseño Ambiental.
Y aunque suene muy técnico, en realidad estamos hablando de una certificación que garantiza que un edificio (o proyecto) ha sido diseñado y construido siguiendo criterios de sostenibilidad, eficiencia energética y bienestar para las personas que lo habitan o utilizan.
Lo mejor es que no está limitada solo a grandes edificios corporativos o proyectos millonarios.
LEED se adapta a muchos tipos de construcciones, desde oficinas hasta centros logísticos, locales comerciales, sedes administrativas, rehabilitaciones o incluso barrios enteros.
Y no hace falta que todo sea desde cero, porque también avala los edificios ya existentes que han sido reformados para cumplir con ciertos estándares.
Buena pregunta. Porque si vas a invertir tiempo y dinero en certificar tu edificio bajo un estándar ambiental, lo mínimo es saber quién está detrás, ¿no?
Dicho esto, te contamos que la certificación LEED la otorga el U.S. Green Building Council (USGBC), que en español sería algo así como el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos.
Se trata de una organización sin fines de lucro fundada en 1993, que nació con una misión muy clara: cambiar la forma en que diseñamos, construimos y usamos los edificios.
Ahora bien, el USGBC es quien desarrolla los estándares y gestiona toda la parte estratégica de LEED.
Pero el organismo que realmente evalúa los proyectos y emite el certificado es otro: el Green Business Certification Inc. (GBCI).
Este nombre te conviene tenerlo presente. El GBCI es el brazo técnico del USGBC y el encargado de revisar la documentación, validar el cumplimiento de los requisitos y decidir si tu proyecto cumple con lo necesario para obtener la certificación.
Ambas entidades trabajan de la mano, pero cumplen roles distintos y complementarios.
Si ya entendiste qué es LEED, probablemente te estés preguntando: “¿Y cómo se consigue esto en la práctica?”
Buena pregunta. Porque sí, el proceso tiene su estructura:
Hay distintas categorías según el tipo de construcción y su uso. Algunas de las más comunes son:
Una vez definida la categoría, el siguiente paso es registrar tu proyecto en LEED Online, la plataforma oficial del USGBC.
Desde allí se gestiona todo el proceso: envío de documentación, pagos, seguimiento y evaluaciones.
Lo ideal es hacerlo de la mano de un profesional acreditado (LEED AP).
Para ello, necesitarás un equipo técnico con experiencia en sostenibilidad, como arquitectos, ingenieros, constructores y asesores.
¿Por qué? Porque cada decisión cuenta: desde el tipo de aislamiento térmico hasta la gestión del agua o los materiales que se utilizan.
LEED funciona con un sistema de puntos donde cada proyecto puede obtener créditos en distintas áreas como energía, agua, transporte, materiales y calidad del aire interior.
Según la cantidad total de puntos, se asigna un nivel de certificación:
Aquí es donde se pasa a la acción. Todo lo que se implemente debe estar bien documentado, medido y justificado.
Cuando el proyecto esté listo, se presenta todo el respaldo técnico en la plataforma.
Esto incluye planos, certificados, simulaciones, fichas de materiales, fotografías, cálculos de eficiencia, entre otros.
Una vez enviada la documentación, el GBCI revisa el proyecto.
Si todo está en orden, aprueban. Si encuentran algo que necesitan aclarar, enviarán observaciones.
Cuando todo ha sido verificado y aprobado, recibirás el certificado oficial.
A partir de ese momento, podrás comunicarlo con respaldo en tu sitio web, en tus espacios físicos, en tus informes de sostenibilidad o en propuestas comerciales.
Más allá de los buenos propósitos, muchas empresas quieren saber cuáles son los beneficios concretos. Aquí van:
Uno de los mitos más comunes es que certificar un edificio con LEED es caro.
La realidad es que, si se hace bien desde el inicio, los ahorros en consumo energético, agua y mantenimiento son significativos.
Y no lo decimos por decir: hay métricas que lo respaldan.
En un mercado cada vez más exigente, tener una certificación LEED mejora tu imagen ante clientes y usuarios finales.
Además, te posiciona mucho mejor frente a inversores, aliados estratégicos e incluso en procesos de licitación.
LEED no solo piensa en el planeta, también en las personas que habitan los espacios.
Por eso promueve diseños que mejoran la calidad del aire interior, la entrada de luz natural, la temperatura ambiente y el confort acústico.
En muchas industrias -como construcción, retail, hotelería, salud o logística- contar con este aval puede ser decisivo para que te elijan.
Un entorno certificado con LEED transmite un mensaje potente: aquí se están haciendo bien las cosas.
La certificación LEED para empresas no es solo un sello ambiental más.
Como ya sabes, es una herramienta estratégica que puede transformar la manera en que tu empresa construye, opera y se posiciona en un entorno cada vez más exigente y consciente.
No se trata solo de cumplir normas, sino de adoptar un enfoque integral que genera valor real.
Tomar la decisión de certificar tu proyecto implica compromiso, sí, pero también una visión clara de futuro.
¿Estás listo para avanzar?
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad en el año 2025.
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