España está a la cola de los países europeos en transporte de mercancías por ferrocarril, una de las vías de menor consumo. En contraposición, el transporte por carretera no ha hecho más que aumentar en los últimos años y aunque algunas empresas no dudan en señalar los beneficios de este método, el cambio climático obliga a plantear alternativas en el corto y medio plazo.
Por su parte, el sector empresarial está empecinado en enfocarse en las ventajas del modelo por carretera: mayor flexibilidad y libre de horarios. Además, no duda en señalar los inconvenientes geográficos que en España representaría el uso del ferrocarril.
Sin embargo, el cambio climático no espera y por suerte hay diferentes propuestas sobre la mesa. Algunas, encaminadas a reducir la huella energética de los vehículos por carretera, otras, encaminadas a hacer viable el ferrocarril en la península.
A raíz de la pandemia se ha podido esclarecer la situación del transporte de mercancías en España. Lejos de estancarse, la economía ha crecido aunque con altibajos y el sector transporte ha sido uno de los mejor recompensados.
Las empresas de transporte y de packaging no dejan de crecer. Asimismo, durante el confinamiento fueron millones las pymes que se digitalizaron y que lejos de dar un paso atrás están más cerca que nunca de ser 100% virtuales y en consecuencia de necesitar tras de sí, un gran entramado de transportes.
Es decir, el transporte de mercancías por carretera venía sufriendo un aumento desde hacía años debido fundamentalmente a la digitalización de las empresas y a la globalización, pero el Coronavirus ha sido el jaque mate.
Sin embargo, a diferencia de lo que cabría esperar, el transporte por ferrocarril no ha crecido en este último año y medio, todo lo contrario; porcentualmente ha decrecido.
Casi el 40% de la energía final en España la consume el sector de transporte de mercancías, el cual es el que por lógica más emisiones de dióxido de carbono emite, hasta el 24% del total.
Asimismo, tal y como reflejan los datos, el aumento es casi exponencial año tras año. Solo desde 1990 hasta la fecha la subida ha sido de un 50% y cada vez la velocidad de crecimiento es mayor. Sin embargo, también desde esa fecha, el transporte de mercancías por ferrocarril ha permanecido intacto, lo que quiere decir que teniendo en cuenta el porcentaje de mercancías creciente, ha habido una reducción.
El transporte por carretera tiene asociados costes energéticos como son la huella de carbono o el impacto territorial, entre otros. En cambio el ferrocarril es una de las vías de transporte más respetuosas con el medioambiente.
El modelo europeo está cerca de llegar a un 20% de uso del ferrocarril para el transporte de mercancías, pero España desequilibra la balanza con solo un uso del 4%. Esto le hace estar a la cola, tanto es así que en 2017 solo se encontraba por encima de algunos países como Luxemburgo o Irlanda, este último con una bajísima tradición de trenes y ferrocarriles.
El objetivo de la Unión Europea es alcanzar el modelo estadounidense, donde el transporte de mercancías por ferrocarril llega al 50% desde hace años. Por supuesto, hay que contar con la ventaja geográfica y la ausencia de aduanas y aranceles al tratarse de una vasta extensión estatal.
No obstante, son muchas las voces empresariales que señalan algunas de las ventajas del transporte por carretera como la menor inversión en costes, planificación, y la mayor versatilidad de horarios entre otras. Además, de que no supondría un aumento en los costes de la transición.
Por desgracia, tal y como ha señalado la Asociación de Empresas de Transportes de la Región Centro este modelo está lejos de ser viable energéticamente, pues no se han diseñado motores eléctricos para camiones de tantas toneladas como son los de mercancías.
Teniendo en cuenta la urgencia de la transición energética, se aboga por abordar con diferentes fórmulas para que la implantación del ferrocarril resulte más ventajosa que la del transporte por carretera, no solo a nivel medioambiental sino también, económico.
Pero de nuevo surgen inconvenientes en su implantación, algunos son:
El coste de las instalaciones
La retirada de las instalaciones obsoletas
El ancho de la vía
Carencia de vías electrificadas
Escasa velocidad media de los trenes en España
Ausencia de ferrocarriles electrificados y por tanto, útiles para la transición energética
Nueva planificación territorial
Y más
Todos ellos retrasan la aparición de un plan conjunto empresarial – estatal, necesario para reducir la huella de carbono.
Pero por supuesto, más allá de los inconvenientes que en un futuro puedan ser salvados, el objetivo primordial es la toma de conciencia. Con la elección de productos de cercanía se ayuda a combatir el efecto invernadero y se cede tiempo al cambio de un modelo a otro.
Este artículo se ha realizado en el marco del Convenio de la Resolución del Consejo de Cámaras de comercio de la Comunidad Valenciana e IVACE, en favor de la difusión de la SOSTENIBILIDAD para el año 2021.
Imágenes: Unsplash y Freepik
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