El mundo tiene una necesidad urgente de agua. La sequía y el aumento de las temperaturas amenazan cada día con afectar la vida, la economía, la generación de energía, hasta la agricultura y el transporte de mercancías.
En efecto, en muchas partes del mundo las reservas de agua están sobreexplotadas y en otras se malgasta. Y, a pesar de la existencia de novedosos sistemas para su distribución, la actividad humana está deteriorando su calidad.
Como consecuencia, el agua es escasa en algunas zonas, dando lugar a sequías, mientras que en otras es abundante y provoca inundaciones.
Las amenazas que hay sobre el preciado recurso natural pueden socavar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU que pretenden garantizar el acceso al agua potable para todas las personas en 2030.
De hecho, las últimas estimaciones de las Naciones Unidas aseguran que más de 2000 millones de personas seguirán sin tener agua potable en sus hogares en el 2022. Y de ellas, más de 770 millones deben desplazarse al menos 30 minutos desde sus casas para obtener agua potable y 100 millones beben agua sin tratar y de mala calidad.
Con este panorama tan gris es urgente gestionar el recurso de forma más sostenible para frenar esta crisis universal por la falta de agua.
Es cierto, que el agua está ubicada en el centro del desarrollo sostenible y resulta clave para el impulso socio-económico, unos ecosistemas saludables y la supervivencia humana.
En otras palabras, el agua representa un serio desafío para la sostenibilidad pero, gestionada de manera eficiente y equitativa representa la vía para el fortalecimiento y resiliencia de los sistemas sociales, económicos y ambientales.
Las corporaciones son los usuarios de agua más grandes del mundo, tienen casi dos tercios de todo el consumo destinado a la producción de ingredientes para las cadenas de suministro.
Es por ello que a medida que aumentan los riesgos por falta de agua, las empresas deben garantizar que sus operaciones comerciales seguirán siendo rentables y sostenibles, y que implementarán políticas adecuadas para asegurar los recursos hídricos para operar tanto a corto como a largo plazo.
Por supuesto, cada vez más negocios resultan afectados por el problema del agua.
Las industrias como la agricultura, la biomasa, la alimentación y los productos químicos, que necesitan de abundante agua para funcionar, están en la línea de riesgo de escasez del líquido o de su mala calidad.
Por otro lado, las empresas deben afrontar el tema de responsabilidad social fundamentada en la preservación del agua.
Hace más de 12 años, en julio de 2010, la ONU declaró el agua potable, limpia y segura como un derecho humano, conduciendo a las empresas a actuar de forma responsable ante las fuentes hídricas de las comunidades donde operan.
De allí que las compañías que son conscientes de la importancia de la sostenibilidad y cuidado del medio ambiente han empezado a administrar el agua con mayor cuidado, una vez que son responsables que el mal uso genera graves riesgos para sus operaciones directas y en las cadenas de suministro.
El riesgo corporativo que implica la escasez de agua o la sequía lo dividimos que 5 categorías:
La aplicación de nuevas tecnologías y recursos como la digitalización, internet de las cosas, automatización, smart cities, big data y redes 5G ayudan de forma decisiva en el desarrollo de políticas de gestión inteligente del agua.
Por supuesto que existen muchas tecnologías en el mercado que prometen una mejor administración del agua. Pero, ¿qué tan real es?
Vamos a revisar las 7 mejores tecnologías disponibles para administrar agua en una empresa:
Sus fabricantes hablan de ahorros de consumo del 40-60 %, pero esa es la reducción de caudal y hay que cumplir ciertas condiciones de presión.
Siendo razonables, los aireadores es un método muy sencillo y barato de ahorrar agua, si no los tienes, instálalos hoy.
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), organismo de las Naciones Unidas encargado de evaluar la ciencia relacionada con la escasez del agua, asegura que la sequía no es un fenómeno nuevo. La crisis climática ha acelerado hasta amenazar a todos los países del Mediterráneo.
De ahí que sostiene que España se seca. La aridez se extiende y no por la ausencia de lluvia desde hace años, sino por la presencia de olas de calor cada vez más abrasadoras.
Pero, ¿qué se está realizando al respecto?
Es así que la desalación o desalinización permite incrementar dichos recursos, porque consigue obtener agua potable a través de la separación de la sal del mar para después ser utilizada para el consumo humano, la industria o la agricultura.
En este caso, España es uno de los países del mundo con la más alta capacidad instalada de desalación, solo por detrás del golfo Pérsico y Estados Unidos.
La nación tiene el nivel necesario para la desalación de más de cinco millones de metros cúbicos al día, que puede suministrar agua a 34 millones de habitantes, según datos de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR).
El problema es que por cada litro de agua potable que sale de estas plantas se logra 1,5 litros de salmuera. Aunque se puede aprovechar en la acuicultura para subir la biomasa de peces, en realidad aumenta la temperatura del agua y reduce su cantidad de oxígeno y en consecuencia perjudica la vida acuática.
La Asociación Española de Desalación y Reutilización, es una de las más avanzadas y eficientes del mundo, por lo que sale menos salmuera que en otros países. Además, en la nación los vertidos de salmuera están muy regulados.
Los criterios de calidad de las aguas regeneradas dependen del uso que se les vaya a dar. De hecho, pueden emplearse para riego de zonas verdes urbanas, limpieza de calles, sistemas contra incendios, lavado industrial de vehículos, entre otros.
Está prohibido su empleo para el consumo humano, así como en instalaciones hospitalarias y sanitarias, en piscinas o fuentes y ornamentos en espacios públicos o interiores de edificios gubernamentales.
Gracias al avance de la tecnología se puede ajustar de forma automática la programación de riego a través de una aplicación que analiza las necesidades de agua del cultivo, el estado del suelo y la previsión meteorológica.
En este proyecto trabaja PRECIMED (Gestión de riego de precisión para mejorar el uso eficiente del agua y los nutrientes en la región del Mediterráneo) coordinado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) con la participación de otros países como Túnez, Argelia y Grecia.
La propuesta lleva unos sensores controlados por una aplicación inteligente que determinan las necesidades de agua y de fertilizantes de acuerdo con las características de la tierra y de los cultivos.
Seguir innovando y trabajando en políticas de gestión sostenibles para disminuir la sequía es la única salida que nos queda. La escasez de agua avanza y es un problema que solo puede ser controlado por la investigación, la concienciación social y planes de acción eficaces por parte de los gobiernos y empresas.
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