La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha abogado por prohibir los plaguicidas y los pesticidas que sean más tóxicos para las personas y los que permanecen durante más tiempo en el medioambiente. De esta forma busca proteger la salud pública mediante el establecimiento de límites máximos de residuos en los alimentos y el agua.
En este artículo, conocerás los diferentes tipos de plaguicidas y pesticidas, cómo los clasifica la OMS, por qué pide prohibir los más dañinos y mucho más.
En la agricultura moderna, los plaguicidas y pesticidas tienen un papel crucial en la protección de los cultivos y la seguridad alimentaria.
En sí, las sustancias son herramientas dirigidas a combatir y prevenir la proliferación de plagas, enfermedades y malas hierbas que podrían afectar la calidad y cantidad de los alimentos que llegan a nuestras mesas.
En el caso de los plaguicidas son químicos dirigidos a eliminar o controlar plagas que pueden dañar los cultivos tales como los insectos, hongos, malezas y microorganismos.
Mientras que los pesticidas son más amplios, englobando no solo los plaguicidas, sino también otros productos diseñados para controlar diversas formas de vida no deseadas.
Como ves, actúan de diferentes maneras, desde atacar el sistema nervioso de insectos hasta inhibir el crecimiento de hongos.
Es importante destacar que, cuando se usan de forma correcta, los plaguicidas y pesticidas pueden ser valiosos para los agricultores al proteger los cultivos y garantizar una producción sostenible.
Existen varios tipos de plaguicidas y pesticidas utilizados en la agricultura y el control de plagas. Algunos de los tipos más comunes incluyen:
La clasificación de los plaguicidas por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es una herramienta utilizada para evaluar su toxicidad en los seres humanos.
De ahí que su organización se basa en la cantidad de exposición necesaria para causar daño a la salud:
La forma en que se presenta un plaguicida también influye en su clasificación. La OMS considera aspectos como concentración y estado físico como líquidas, sólidas o gaseosas. Esta distinción es crucial para determinar métodos de aplicación seguros y eficaces.
Incluso la manera en que un plaguicida afecta a los organismos también guía la organización. Se consideran factores como la inhibición de enzimas, la interrupción del sistema nervioso y la interferencia hormonal.
También la OMS clasifica estos productos según su capacidad para descomponerse, determinando si son persistentes o de vida corta. Además, se evalúa su movilidad en suelos y cuerpos de agua, influyendo en las medidas de protección del medioambiente.
El nivel de toxicidad de los plaguicidas puede tener un impacto significativo en las empresas, en especial en aquellas que se dedican a la agricultura y la producción de alimentos:
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha abogado por prohibir los plaguicidas que sean más tóxicos para las personas y los que permanecen durante más tiempo en el medio ambiente y proteger la salud pública mediante el establecimiento de límites máximos de residuos de los plaguicidas en los alimentos y el agua.
En el mundo se utilizan más de 1.000 plaguicidas para evitar que las plagas estropeen o destruyan los alimentos, si bien la toxicidad de cada uno depende de su función y de otros factores. Por ejemplo, los insecticidas suelen ser más tóxicos para el ser humano que los herbicidas.
Además, el mismo producto puede causar efectos distintos en función de la dosis, de la vía por la que se produce la exposición, ya sea la ingestión, la inhalación o el contacto directo con la piel.
Las personas que corren más riesgo son las que están directamente expuestas a los plaguicidas, como los trabajadores agrícolas que aplican estos productos y las personas que se encuentran en zonas próximas en el momento en que se propagan o poco después.
No obstante, la población general que no se encuentra en la zona donde se utilizan los plaguicidas también está expuesta a estos productos, si bien a cantidades muy inferiores, porque pueden estar presentes de forma residual en los alimentos y el agua que ingieren.
Incluso los plaguicidas son una de las principales causas de muerte por intoxicación voluntaria, sobre todo en los países de ingresos intermedios y bajos.
Los riesgos para la salud y el medioambiente asociados con el uso de plaguicidas son claros.
Desde impactos en la salud humana hasta desequilibrios en los ecosistemas, las advertencias de la OMS nos instan a reflexionar sobre nuestras prácticas agrícolas y tomar decisiones informadas.
Pero no estamos desamparados. El organismo también destaca soluciones sostenibles que pueden allanar el camino hacia un futuro más saludable. Desde métodos agrícolas ecológicos hasta prácticas de consumo consciente, las alternativas están al alcance.
Este no es el final. Sigamos aprendiendo, compartiendo y actuando juntos. La salud de nuestro planeta y las generaciones futuras dependen de la elección de hoy.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible en el año 2023.
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