El IPCC es un Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático que durante los últimos meses de 2021 y primeros de 2022 se están encargando de recopilar, estudiar y reevaluar los informes existentes hasta día de hoy sobre cambio climático. Aunque por supuesto, este trabajo ya lo han hecho años anteriores, pero este parece ser el que arroja conclusiones más pesimistas.

De hecho, manifiestan que según lo que han podido recoger, en su anterior informe se “quedaron cortos” en cuanto a señalar las fatales consecuencias de la actividad humana.

En el informe han querido centrarse en todos aquellos efectos que son ya irreversibles, como por ejemplo, la extinción de especies. Otros son la pérdida del permafrost y de las cadenas montañosas. Y por supuesto, las evidentes emigraciones que ocurrirán debido al aumento del nivel del mar entre otras.

António Guterres, secretario general de la ONU, ha afirmado que hasta ahora no había leído un informe tan devastador como el presentado por el IPCC. Y es que el informe no solo advierte de las consecuencias a corto y medio plazo sino que dibuja un perfecto escenario de cómo será la vida de los humanos y del resto de seres debido al calentamiento global.

Pone énfasis en la pérdida de agua dulce por la emisión de los gases de efecto invernadero y los cambios en la agricultura y la alimentación.

El informe, como se ha mencionado, permite dibujar un mapa o escenario de cómo será la vida en 2060 y cómo las diferentes regiones quedarán afectadas.

El objetivo para que este futuro distópico no llegue a producirse es bajar la media de las temperaturas. En el Acuerdo de París se estableció la meta de no superar los 1,5 grados. Una meta que hoy parece imposible de culminar. Pero hay más… si se llegasen a superar los 4 grados podríamos vernos con la mitad de agua dulce que existe en el planeta.

Las consecuencias del aumento de las temperaturas varían según la región. África será el continente más afectado con consecuencias desastrosas para la vida como por ejemplo la reducción de biodiversidad y ecosistemas, problemas en la pesca y agricultura y elevada mortalidad a causa del calor.

En el Mediterráneo y en el Sur de Europa las consecuencias catastróficas son otras como el aumento del nivel del mar, la reducción de la calidad del agua y su escasez.

El acceso al agua y por ende a alimentos de cultivo se ha reducido en los últimos años y se prevé que se reduzca más drásticamente en los siguientes. Según el IPPC, esto expone a miles de personas en todo el mundo a la malnutrición. Lo que también conlleva a un aumento de enfermedades fisiológicas y también mentales.

Asimismo, el aumento de temperaturas lleva casi una década produciendo migraciones que pasan desapercibidas en multitud de medios de comunicación pero que pronto podrían multiplicarse.

Las crisis humanitarias están creciendo y en buena medida contribuyen a relaciones violentas, guerras locales o civiles y una alta mortalidad.

Según uno de los muchos informes del IPPC, el 47% de las especies que en la actualidad se encuentran en peligro de extinción lo están debido al aumento de las temperaturas. Este aumento es en algunas décimas de grados irreversible, pero si se lograse detener, se podrían salvar cientos de especies del planeta.

Por otro lado, quienes más peligran son los animales de ecosistemas terrestres, pues entre el 3 y el 15% de ellos se encuentran en peligro de extinción. Asimismo, esto afectaría a todo su ecosistema y a la relación entre seres de la zona. Incluidos los seres humanos.