La sociedad del siglo XXI, es una sociedad con un sentido de la responsabilidad muy elevada, responsabilidad que se traduce la mayoría de las veces en una elección cuidadosa de que producto se compra y los beneficios que se hacen al comprar tal o cual producto o servicio. Pero no siempre fue así. Los siglos que nos preceden no se han caracterizado precisamente por el cuidado del medioambiente o por el cuidado de las personas, entre ellas, los trabajadores de las empresas productoras. Basta hacer el siguiente experimento. Si cerramos los ojos y pensamos en la Inglaterra industrial del siglo XIX o en las fábricas productoras de productos textiles en cualquier país asiático en el siglo XX, raro será que no nos venga a la imaginación, imágenes tales como chimeneas humeantes, niños y niñas trabajando en condiciones inimaginables, y los colores que predominaran en ese “experimento” serán tonos grises frente a colores como el verde o el azul que brillaran por su ausencia. Y es que esa ha sido la realidad hasta no hace mucho de un sistema que entendía la producción de bienes y servicios sin ningún miramiento ni hacia al medioambiente, ni hacia las personas.
Pero algo está cambiando.
Hoy términos como sostenibilidad o responsabilidad se han adueñado de las agendas públicas y de los discursos de nuestros gobernantes. Y no está mal, la verdad.
Pasados ya dos decenios del siglo XXI vemos que se complican los discursos de aquellos que niegan no ya solo el cambio climático, sino que sostienen que la forma de hacer negocios que se venía haciendo hasta hace bien relativamente poco y donde el pensamiento predominante dictaba que la naturaleza es un pozo sin fin de recursos, ese pensamiento decía, se sostiene difícilmente en la actualidad.
Términos como sostenibilidad, responsabilidad o cadena de valor han venido para quedarse, no ya solo en los discursos de los responsables políticos, sino también en las nuevas hornadas de empresarios y empresarias deseosos de emprender un negocio no a cualquier precio
Por ejemplo, al concepto de empresa ya se le asocia términos como “impacto” y así tenemos empresas de impacto, socialmente responsables, y así tenemos empresas socialmente responsables o responsables, y así se nos ofrece el concepto empresas responsables. Empresa es el sustantivo, y sostenible, de impacto, responsable o social es el adjetivo. Y a poco que nos acordemos de nuestra época escolar, los adjetivos califican al sustantivo, dándole una seña distintiva. ¿Qué he querido decir con ello? Que hoy en día quien se lanza a emprender, se lanza con una mentalidad diferente a la de nuestros ancestros más recientes donde primaba el retorno al accionista o inversor del capital invertido, sin ningún tipo de miramiento hacia la sociedad donde se producía esa actividad económica o al medioambiente del cual se extraían los recursos para su producción. Retornar el valor al accionista a cualquier precio, ha puesto en entredicho nuestro sistema económico actual, poniéndonos a las puertas del desastre. Puertas que las nuevas generaciones de emprendedores y también de consumidores, no quieren abrir.
Hoy en día nos encontramos inmersos en un sistema de emprendimiento donde el objetivo de la empresa radica en la satisfacción de las expectativas de todos las partes interesadas, desde los inversores hasta los empleados, pasando por el contexto territorial en el que se opera.
La sostenibilidad y la transformación del modelo, se incluyen en la hoja de ruta de todo emprendedor, porque la sostenibilidad es la nueva forma de un capitalismo más resiliente, con nuevos modelos de negocios que defienden y mejoran en lugar de consumir y destruir.
Una empresa sin que sus partes interesadas (los famosos Stakeholders) esten motivados, que no esté a la vanguardia en la reducción del consumo energético, que no disponga o al menos se plantee tener una política de colaboración a través de un voluntariados por poner un ejemplo con alguna ONG, etc.. está destinada a sufrir, antes o después, una caída en sus resultados económicos y financieros. La sostenibilidad, entendida en un sentido amplio, se ha convertido en un tema estratégico.
De hecho, las empresas que adoptan políticas como las comentadas tienen más posibilidades de éxito, porque crecen simultáneamente en tres ámbitos interconectados: económico, social y ambiental.
Así emprender desde una opción por el diseño inicial en circularidad en cuanto a los materiales a utilizar, política de mantenimiento post venta, producción desde la reducción de residuos o la reutilización de estos, abren un abanico de posibilidades hacia una nueva manera de entender la empresa en perfecta armonía con la sostenibilidad.
Es verdad que uno de los catalizadores de esa nueva forma de entendimiento en la manera de emprender, es la tecnología y los avances que conseguimos con ella. Gracias a la digitalización las empresas pueden contribuir a construir una sociedad más equitativa y sostenible, actuando tanto sobre los impactos ambientales, como sobre la apertura de nuevos mercados. Aquí cogen fuerza términos tales como Impresión 3D, Big Data, IoT, machine learning, etc., ya que fomentan la creación de nuevas oportunidades de negocio, a través de la ideación de nuevas propuestas de valor y nuevos posicionamientos en el mercado.
Entre las nuevas oportunidades, destacan las numerosas empresas nacidas en los últimos años alrededor de modelos de negocio sostenibles y circulares. Y es que la sostenibilidad y la economía circular son cada vez más importantes tanto para las empresas como para sus clientes. Ambas, actúan como un valor añadido que, por un lado, puede aportar una ventaja competitiva y, por otro, crear nuevas oportunidades de negocio donde el consumidor está en el centro del cambio. Y es que ante una población cada vez más concienciada con el cuidado del medio ambiente, las empresas deben adaptarse a estas nuevas necesidades y requerimientos del consumidor.
Entre los diversos ODS que abordan o desde los que abordar este binomio empresa/sostenibilidad, está el ODS 8 que tiene por finalidad la de promover el crecimiento económico sostenible e inclusivo, así como el empleo y el trabajo decente para todos.
Claros ejemplos de actuaciones que conducen hacia un cumplimiento de este ODS 8 estarían entre otras, acciones tales como:
Todo lo anterior ha hecho que aparezcan nuevas tendencias en negocios sostenibles tales como:
Así pues vemos como la sostenibilidad aporta un valor considerable a las nuevas tendencias y formas de entender nuestros negocios a la par que ayuda a crear un mundo mejor de producción y consumo responsable.
Este artículo se ha elaborado en el marco del proyecto de EEN-SEIMED financiado por la Red Enterprise Europe Network, de la Unión Europea.
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