El sector de la construcción es responsable de casi el 40% de las emisiones globales de CO₂. Este dato impactante nos obliga a replantear la forma en que desarrollamos las infraestructuras.
Por eso, la conciencia ambiental y la sostenibilidad han dejado de ser una tendencia pasajera para convertirse en una necesidad en el ámbito empresarial.
Sobre todo, porque el método tradicional ha dependido durante décadas de materiales que, aunque eficientes, tienen un alto coste ecológico.
El concreto, el acero y otros componentes convencionales requieren enormes cantidades de energía y recursos naturales para su fabricación, sin mencionar los residuos y las emisiones contaminantes que generan durante su ciclo de vida. Todo esto contribuye no solo a la aceleración del cambio climático, sino también al agotamiento de los recursos.
Pero aquí surge una pregunta fundamental: ¿qué materiales ayudan a reducir el impacto ambiental de las construcciones?
Son aquellos que, desde la extracción de la materia prima hasta su disposición final, producen un bajo impacto y promueven el uso eficiente de los recursos. En otras palabras, no solo buscan disminuir el daño al medioambiente, sino que también, en muchos casos, ofrecen soluciones más duraderas y eficientes.
Para que un elemento sea considerado verdaderamente sostenible, su ciclo de vida debe tener en cuenta una serie de factores clave:
Como ya mencionamos, la visión no solo es una tendencia pasajera, sino una necesidad que está redefiniendo la manera en que las empresas conciben sus proyectos.
Sin embargo, la creciente conciencia sobre los desafíos ambientales globales, como el cambio climático, la escasez de recursos y la contaminación, está obligando a las empresas a repensar.
Pero ¿por qué es tan crucial la sostenibilidad en este sector?
La razón es simple: el planeta no puede seguir soportando el ritmo de consumo y explotación que durante décadas ha caracterizado a la industria.
Aquí es donde entran en juego los principios de la sostenibilidad, no solo como una respuesta a la crisis ambiental, sino como un enfoque integral que beneficia a las empresas, las comunidades y el entorno natural.
Es por eso que optar por materiales ecológicos, como el bambú, la madera certificada o los bloques de tierra comprimida, no solo disminuye las emisiones de carbono, sino que también promueve prácticas responsables en la obtención de estos recursos.
Contrario a la creencia de que construir de manera sostenible implica mayores costes, la realidad es que los negocios que adoptan estas prácticas obtienen beneficios económicos a largo plazo.
Además, muchos gobiernos e instituciones ofrecen incentivos fiscales y subsidios para quienes apuestan por la construcción verde, lo que puede compensar, e incluso superar, cualquier inversión inicial adicional.
Por otra parte, el avance de la tecnología juega un papel crucial en esta transición. Desde el diseño con software avanzado que optimiza el uso de materiales, hasta la impresión 3D de estructuras con materiales reciclables, la innovación tecnológica está brindando herramientas para ser más eficientes, tanto en términos de costes como de impacto ambiental.
El uso de herramientas como el BIM (Building Information Modeling), por ejemplo, permite simular el comportamiento de una estructura antes de su construcción, identificando áreas de mejora en cuanto a eficiencia energética, utilización de recursos y manejo de residuos.
Las empresas que buscan innovar y adaptarse a un mercado más consciente encuentran en los materiales sostenibles una oportunidad no solo para cuidar el planeta, sino también para diferenciarse y generar valor añadido a sus proyectos. Algunos de ellos son:
Lo interesante es que cuando proviene de bosques gestionados de manera responsable y avalados por sellos como FSC (Forest Stewardship Council), se convierte en un recurso renovable que, además de ser eficiente térmicamente, tiene una huella de carbono muy baja.
Por lo tanto, la madera ofrece flexibilidad en el diseño, es ligera y resistente, y al ser natural, mejora la calidad del aire interior. Además, su capacidad de almacenar carbono ayuda a combatir el cambio climático, lo que la convierte en una elección estratégica para proyectos que buscan obtener certificaciones verdes.
Este material, al crecer con rapidez, se regenera con facilidad sin necesidad de plantación intensiva, lo que lo convierte en una alternativa para aquellos que buscan minimizar el impacto en los recursos naturales.
Por ejemplo, las compañías dedicadas a la construcción de viviendas o infraestructuras pueden aprovecharlo no solo por su sostenibilidad, sino por su versatilidad en pisos, estructuras o acabados. Además, es estéticamente moderna y cálida que gusta a arquitectos y diseñadores.
El cáñamo, una planta con usos ancestrales, ha resurgido como un nuevo material en la construcción. Una de sus ventajas es que es ligero, resistente, y tiene propiedades aislantes excepcionales, tanto térmicas como acústicas.
Si bien aún no es tan común, está ganando terreno gracias a su capacidad para regular la humedad y su proceso de producción de bajo impacto.
Son opciones de poco coste energético, ya que su producción y transporte requieren mínimos recursos. También permiten una excelente inercia térmica, lo que se traduce en edificaciones frescas en verano y cálidas en invierno, un factor clave para reducir el consumo energético.
Se obtiene a partir de la trituración de escombros y desechos de construcciones anteriores. Este material conserva gran parte de la resistencia y durabilidad, pero con un proceso de fabricación que genera menos emisiones de CO₂.
Reducen el consumo energético en la climatización de los edificios, y ofrecen un ambiente interior saludable, ya que absorben la humedad sin perder sus propiedades. Son perfectos para proyectos de construcción que priorizan el bienestar de los ocupantes y la eficiencia energética.
El micelio crece rápidamente y puede moldearse en formas que luego se endurecen para ser utilizados como aislantes o elementos estructurales. Lo más fascinante es que es biodegradable y tiene propiedades aislantes comparables a elementos sintéticos, pero sin los impactos ambientales negativos.
El concreto tradicional tiene una enorme huella de carbono, sobre todo por la producción del cemento. Por eso, los geopolímeros son opciones que actúan como aglomerantes, pero están hechos a partir de subproductos industriales como cenizas volantes o escorias, lo que los hace mucho más ecológicos.
La creciente demanda por proyectos sostenibles no solo responde a la urgencia climática, sino también a un mercado que valora cada vez más la responsabilidad social y ambiental.
Las empresas que se atrevan a dar este paso no solo estarán contribuyendo a la reducción de su huella de carbono, sino que también están ganando competitividad en un entorno donde la innovación tiene mucho peso.
Materiales como la madera certificada o el bambú son solo el principio de una transformación que está ocurriendo en toda la industria. Además de minimizar el impacto, aportan beneficios tangibles como la mejora de la eficiencia energética, la reducción de costes operativos y aumento de la calidad de vida.
No dejes que la oportunidad de ser un líder en sostenibilidad se escape.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible en el año 2024.
Els ODS en els indicadors de gestió d’una empresa del sector del metall | CÁMARA VALENCIA
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