Las personas pueden acabar siendo el capital más importante en el que invertir.
Un elemento que puede generar valor y conseguir gracias a un esfuerzo continuado que se capacidad crezca. El ser humano pasa a tener un precio en un mundo en el que todo parece inestable. En los últimos tiempos los fondos de inversión se han sublevado contra el ahorro.
Las crisis de determinados productos financieros de principios del milenio y la posterior batalla para conseguir vencer el miedo a la inversión han generado un ahorro sin valor. El dinero en el banco acaba siendo incluso penalizado de no encontrar una salida adecuada.
La inversión en personas es la parte más humana del competitivo mercado financiero. La era de la industrialización generó una deshumanización del trabajo que ha acabado siendo sustituido por máquinas.
Esta mecanización ha supuesto un antes y un después en el mundo laboral. Cada vez más máquinas y menos personas para realizar un mismo trabajo. La gran revolución empieza con una humanización del trabajo y de las inversiones.
Los tipos de interés a la baja en lo que se refiere al ahorro y al alza cada vez que se realiza un préstamo, han generado un sistema atípico. Nada es lo que era antes, por lo tanto, todo inversor necesita hacerse con una buena base que sea la encargada de generar beneficios, más allá del ahorro que no lo hace o de una inversión de riesgo que puede que tampoco lo haga.
Desde principios del siglo XIX las posibilidades y el horizonte de transformación no había sido tan claro como el actual.
Las empresas no las hacen grandes las máquinas, sino las personas. El capital humano es el que tiene un precio y es totalmente único.
Cada trabajador posee una mente o una manera de conseguir sus propósitos, trazando un plan o gestionando una serie de elementos que pueden cambiar para siempre a cualquier empresa. Las hacen grandes y son la cara visible de esa organización que puede llegar a ser la que destaque en muchos aspectos.
La herramienta de trabajo es accionada directamente por una mente que la inteligencia artificial no puede copiar, ni hacer suya. Es un elemento que cobrará valor a medida que la empresa vaya ganando y acabará siendo el que marque la diferencia ante un mundo cada vez más competitivo. Las personas son las herramientas de trabajo que convierten a las empresas en lo que son.
Dentro del mundo de las empresas están los emprendedores, genios con ideas brillantes, sueños que se han hecho realidad después de mucho esfuerzo y ese gen que puede cambiar por completo lo que le rodea. Es capaz de imaginar un ser casi vivo, una empresa en movimiento y de darle un punto de vista totalmente nuevo.
Bill Gates está considerado el mayor emprendedor del siglo XXI es el hombre con una fortuna estimada de 140 mil millones, con unos beneficios que se cuentan por miles de millones.
Invertir en un emprendedor es hacer una apuesta que puede generar una alta rentabilidad. La persona nunca pierde, siempre gana. Si la idea es buena y se consigue desarrollar de la mejor manera posible, se puede llegar a obtener grandes beneficios. La inversión más segura en tiempos en que todo lo inmaterial parece que se mueve.
El material puede perder valor tal y como se ha visto en las viviendas, pero un ser humano siempre gana a través del tiempo y de sus esfuerzos. Una mente humana con ideas y proyectos puede cambiar el mundo, tal como hizo Bill Gates.
No es de extrañar que cada vez tengan más peso en cualquier empresa. Gracias a ellos se puede conseguir ganar mucho dinero, invirtiendo en personas que son capaces de generar más beneficios. Las empresas dependen de esta acción que se realiza en su interior. El exterior puede estar muy mecanizado, pero desde dentro hay solo una serie de personas que mueven sus hilos.
Una persona representa el valor añadido, el futuro de esa organización o mundo. Cada vez más las empresas invierten en formación para sus trabajadores, en los llamados coach que son capaces de conseguir grandes logros gracias a descubrir el potencial y gestionar a cada uno de los trabajadores para que dé lo mejor de sí mismo.
El valor añadido que cada uno adquiere con el paso del tiempo marca la diferencia. Detrás de las paredes y de los recursos materiales que posee la empresa están sus trabajadores, el verdadero capital que puede ir en aumento a medida que sus ideas fluyan y los proyectos se vayan desarrollando.
¿Eres un patrocinador de soluciones de sostenibilidad y quieres aparecer en este portal?
¿Eres una empresa y no encuentras lo que estás buscando?
Recibe cada dos semanas todas las novedades sobre sostenibilidad empresarial.