Frente a los desafíos medioambientales actuales, se han introducido nuevas normativas que promueven el modelo de economía circular. Este sistema busca aprovechar los recursos de forma más eficiente, guiado por los principios de las cuatro «R»: reducir, reutilizar, reparar y reciclar. El objetivo es evitar el despilfarro de los recursos naturales y alargar su valor dentro de la economía, fomentando la prevención y la reducción de residuos desde su origen. En caso de que los residuos se generen, se debe priorizar su reutilización o su valorización.
Este enfoque permite a las empresas implementar prácticas de economía circular en sus proyectos de fabricación de productos, con el objetivo de minimizar el desperdicio de recursos naturales y prolongar su ciclo de vida y valor dentro de la economía el mayor tiempo posible, promoviendo la prevención y la reducción de residuos desde su origen. Cuando estos ya se generan, se busca su reutilización o valorización. Además, resulta esencial evaluar y comparar los costos y los impactos generados por los modelos lineales frente a los circulares.
¿Qué es el ciclo de vida de un producto?
Cuando hablamos del ciclo de vida de un producto en el contexto de economía circular lo hacemos con una perspectiva ambiental; nos referimos a su huella ecológica, no confundirlo con el ciclo de vida desde una visión comercial basada en la oferta y la demanda. Ambos enfoques están interrelacionados y apelan a los compromisos y necesidades de las empresas con las tendencias sostenibles del consumo y la protección del medio ambiente.
El ciclo de vida de un producto comprende varias etapas, desde su concepción hasta su retirada del mercado. En una PYME, gestionar este proceso de forma estratégica es esencial para optimizar recursos, mejorar la competitividad y maximizar la rentabilidad.
La primera fase comienza con su diseño, donde se deben elegir y priorizar materiales o materias primas reciclables, biodegradables o de bajo impacto ambiental. Asimismo, es recomendable desarrollar productos modulares o reparables, facilitando su mantenimiento y prolongando su uso
En la fase de fabricación, la optimización de procesos es clave para reducir el consumo de energía, agua y materias primas. La implementación de tecnologías más limpias y la reducción de desperdicios en la línea de producción contribuyen a una mayor sostenibilidad. Además, el uso de materiales reciclados o provenientes de fuentes responsables puede reforzar el compromiso ambiental de la empresa.
Esta etapa del proceso es fundamental para continuar con la cadena de sostenibilidad, puesto que no solo implica optimizar el transporte desde el punto de producción hasta el punto de distribución o el consumidor final, sino también trabajar en aspectos como el embalaje, que debe ser reciclable, reutilizable o diseñado para reducir su peso o volumen.
Durante la vida útil del producto, se debe promover su correcto uso y mantenimiento para evitar su deterioro prematuro. Las PYMEs pueden ofrecer servicios de reparación, piezas de repuesto o programas de reacondicionamiento, fomentando un consumo más responsable y reduciendo la necesidad de reemplazo frecuente.
Cuando un producto llega al final de su vida útil, es fundamental establecer mecanismos para su revalorización. Esto puede incluir la reutilización de componentes, el reciclaje de materiales o la devolución a la empresa para su reacondicionamiento. Establecer acuerdos con proveedores de gestión de residuos o sistemas de recogida facilita la reincorporación de materiales al ciclo productivo.
Beneficios de mejorar la gestión del ciclo de vida de un producto
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de la Diputación de Valencia de concesión de una subvención a la Oficina de Sostenibilidad de Cámara Valencia, para el fomento de políticas ESG en el tejido municipal y empresarial en el año 2024.
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