La eficiencia energética es una de las formas de supervivencia de las empresas de este país. Los beneficios son enormes ante un sistema que cada vez amenaza en mayor medida al bolsillo de compañías y particulares.
El auge de los precios de la luz puede provocar una reacción en cadena, una subida de todos los servicios y productos básicos que deberán hacer frente a una factura que se estima que sea hasta un 40% más elevada en algunas casas.
Una subida imposible de parar que puede ir acompañada de un auge de determinados sectores que golpearan de nuevo a un sector empresarial que ya está tocado por la pandemia.
Si no se encuentra con la manera de reducir este gasto básico, el resultado puede acabar siendo el causante de una fuga de capital mensual que puede llevar a cualquier empresa a la quiebra en cuestión de meses.
El frágil equilibrio entre control de gastos y beneficios puede acabar de romperse con créditos pendientes desde el inicio de esta pandemia que ha cambiado el mundo.
Tal como indica este concepto, eficiencia energética es el uso responsable de la energía para conseguir reducir las emisiones que ponen en riesgo la supervivencia del ser humano en un planeta sin recursos y con altas tasas de Co2 provocando un efecto invernadero acelerado. El cambio climático es una realidad que pocos niegan unos meses después de que se vea la peor cara de la época de los huracanes, tifones y terremotos. El planeta está diciendo a gritos que necesita un cambio.
Una manera de convertir la compañía u organización empresarial en el primer paso hacia un sistema sostenible. La búsqueda de un uso adecuado de la energía y de formas de obtenerla sin contaminar es el objetivo de esta eficiencia. Conseguirla puede cambiar el futuro y mejorar el presente. Las esperanzas están puestas en estos nuevos sistemas capaces de almacenar electricidad.
Existen varias formas de poner rumbo hacia la sostenibilidad, pero una de las más directas es hacerlo con convencimiento de causa. Sin ese convencimiento, subir las tarifas eléctricas para reducir el consumo es el plan español para conseguirlo.
No están diciendo que a malas porque a buenas ya no tenemos tiempo, el planeta necesita este cambio que hace tiempo que estamos esperando y que puede convertirse en la única forma de encontrar la ansiada estabilidad que buscamos.
La energía que produce España se va hacia otros países y acaba pagando caro, algo que podría ser barato. Con las nuclearás a pleno rendimiento, esta energía no puede almacenarse, viaja a la velocidad a la luz a cualquier parte del planeta o sale del país en menos de un parpadeo.
Con una nueva tarifa por tramos que puede cambiar para siempre la forma de mirar el contador de la luz, el incremento puede ser notable. Si ya hemos visto el precio más alto durante el temporal Filomena, la electricidad sigue subiendo de forma imparable.
El ser humano necesita más y más recursos para producirla, aunque las renovables van consiguiendo más y más clientes. Los beneficios son enormes ante un sistema que es ilimitado, el viento y el sol nos acompañarán durante toda la vida.
El medioambiente necesita que se apueste por la eficiencia energética. Los recursos son cada vez más limitados, pero también se trata de una misión que acaba siendo una necesidad financiera para muchas empresas.
El hecho de poder ahorrar en algunos servicios es clave para seguir funcionando, ante una situación que ha ido a peor con motivo de la pandemia. El mercado laboral ha cambiado y las empresas han apostado en gran medida por el teletrabajo. La factura de la luz a cargo del trabajador puede reducir aún más el estrecho beneficio que supone la llegada de un gasto imposible de frenar, el de la luz.
Un servicio básico cuyo IVA es del 21% como si fuera un bien de lujo y no de primera necesidad. Sin electricidad el mundo no puede funcionar, pero con ella puede llegar al colapso.
Reducir los costes para aumentar la productividad de cada trabajador y por crear un extra para aquellas personas que se lo merecen puede llegar con la eficiencia energética.
La optimización de los recursos debe producirse a medida que cada empresa empieza a analizar qué necesita y qué no. Con todo listo para afrontar una nueva era marcada por el auge de los servicios básicos todo es posible. La eficiencia energética será la que marque el camino correcto.
Imágenes: Unsplash y Freepik
Este artículo se ha realizado en el marco del proyecto: Rsircle 21, financiado por la Conselleria de transparencia, responsabilidad social, participación y cooperación de la Generalitat Valenciana y Caixa Popular.
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