La humanidad es el gran enemigo del planeta, durante miles de años se ha ido expandiendo, como una plaga invadiendo hasta el último rincón habitable. Se ha llegado a unos límites nunca vistos. El sistema empieza a verse amenazado por la acción de la especie que se reproduce a gran velocidad y consume la mayoría de los recursos del planeta, el ecocidio es una realidad.
El daño al medio ambiente, a los ecosistemas que nos rodean, perpetrado por el ser humano. Hemos visto a lo largo de la historia más reciente grandes desastres que han ido amplificando su gravedad a medida que nos acercamos al presente.Cada vez más letal para el planeta y sin tiempo para remediarlo.
Hasta que haya llegado ese punto de no retorno, el planeta debe poder defenderse, las consecuencias de los actos del ser humano tendrán una penalización para aquellos que lo lleven a cabo. El medio ambiente se debe respetar y proteger, algo que no todo el mundo está dispuesto a hacer. De la misma forma que el experto en leyes polaco Raphael Lemkin tuvo que crear un nuevo termino para lo que había pasado durante la Segunda Guerra Mundial, el genocidio. En pleno siglo XX se hace necesario una nueva palabra, ecocidio.
En plena revolución en busca de un mundo mejor y con un auge de la contaminación sin precedentes fue el político socialdemócrata sueco Olof Palme el que presenta esta forma de tachar a una persona que o a un acto que supone la destrucción de un ecosistema. Plantas, animales y todo el entorno se ve afectado por la mano del ser humano..
Ecocidio vuelve a la palestra como una iniciativa imprescindible de la sociedad civil, la campaña Stop Ecocidio ha llegado también a España y pretende tener efectos concretos sobre la legislación internacional, pero especialmente sobre la de los propios países.
Es imprescindible que se contemple como delito para disuadir a aquellas personas que hacen daño a la naturaleza que le rodea de forma masiva.
Salvar a los bosques, mares y toda la vida que inunda el planeta y se ve amenazada es el primer paso para acabar con una contaminación y un daño que va en aumento.
El pulmón del planeta, aquello que respiramos y todos los seres que vivimos en él está permanentemente amenazado mientras no haya una ley que proteja a todo el sistema de la mano del ser humano, de algunos gobiernos o acciones.
El caso más reciente es el de Fukushima. Japón está dispuesta a arrojar al mar toda el agua contaminada de la central nuclear. Aunque fue un accidente, el resultado puede acabar siendo terrible para el sistema gracias a la mano humana.
Según la RAE un ecocidio es: “El daño masivo y la destrucción de los ecosistemas, es decir, un daño a la naturaleza que es generalizado, grave o sistemático”.
En este momento la Corte Penal internacional se rige por el Estatuto de Roma y solo contempla cuatro delitos, Genocidio, crímenes Contra la Humanidad, crímenes de Guerra, crímenes de Agresión (recientemente agregado).
Stop Genocidios es la iniciativa común que espera poder incluir el ecocidio en esta legislación.
Según afirman sus impulsores: “convertir el ecocidio en crimen crearía un delito que conlleva la detención y, por ello, las personas responsables de financiar, permitir o provocar un grave daño medioambiental, podrían ser sometidas a un enjuiciamiento penal”.
Siguiendo este proyecto de ley los vertidos de petróleo, la ganadería intensiva o la deforestación masiva podrían ser considerados delitos ya que atentan directamente con el planeta y los ecosistemas. Son perpetrados por el hombre y suponen cientos de años para la recuperación del planeta.
Con cada vez más árboles talados para el consumo humano y la quema de algunas zonas para construir viviendas o expandir el lugar en el que habita el ser humano.
Los incendios que no sean naturales, es decir, por la caída de un rayo, por ejemplo, aquellos que sean perpetrados por la mano humana deben tener su castigo necesario.
De lo contrario, el ser humano seguirá imponiendo su ley en un planeta que cada vez tiene menos recursos naturales. Se necesita proteger a una tierra que no tiene la ayuda necesaria para poder continuar con sus procesos naturales.
La ley es lo único que puede ayudar, castigando a aquellos que la incumplen de forma que sirva de ejemplo y que nadie más acabe iniciando el mismo camino.
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