Todos hemos oído hablar de los plásticos en el océano, de las islas de basura flotando y de los microplásticos colándose hasta en el agua que bebemos.
Pero lo que no se ve a simple vista es incluso más preocupante: microecosistemas donde proliferan bacterias, virus y organismos que no deberían estar ahí.
Y aquí viene el dato incómodo: una buena parte de esos plásticos no proviene de grandes corporaciones. Viene de cientos, miles de pequeñas y medianas empresas que, sin querer, están alimentando este problema.
La buena noticia es que las pymes tienen un poder enorme para marcar la diferencia. ¿Por qué? Porque son ágiles, cercanas, creativas y están más conectadas con su entorno de lo que creen. Y justamente por eso, entender qué es la plastisfera y cómo evitar alimentarla no solo es clave para cuidar el planeta… también puede convertirse en una ventaja competitiva.
Así que, si te interesa conocer cómo tu pyme puede estar involucrada (incluso sin saberlo) y, sobre todo, qué hacer, te invitamos a que sigas leyendo.
Es un término que usan los científicos para describir un ecosistema microbiano que se forma en la superficie de los plásticos que flotan en ambientes acuáticos, como mares, ríos y lagos.
En otras palabras, el plástico no flota solo: se convierte en un hogar para bacterias, algas, hongos y otros microorganismos que lo colonizan.
Y aquí es donde la cosa se pone seria: algunos de estos microorganismos pueden ser patógenos o resistentes a antibióticos, mientras que otros alteran los equilibrios naturales de los ecosistemas. Todo esto ocurre en una especie de ciudad flotante… hecha de basura.
¿Y esto qué tiene que ver con las empresas?
Mucho más de lo que parece.
Si tienes un negocio que produce, distribuye o usa plástico de alguna manera (incluso de forma indirecta), este tema te toca. Porque su gestión ya no es solo una cuestión de residuos o reciclaje: ahora también es un tema de biodiversidad, salud pública y responsabilidad ambiental.
Ahora que ya conoces qué es la plastisfera, veamos cuáles son sus características principales para entender mejor cómo se forma y qué la hace tan particular:
Aunque puede sonar curioso, la plastisfera funciona como un ecosistema, con cadenas tróficas, dinámicas de competencia y todo lo que caracteriza a una comunidad natural. Pero, ojo: esto no significa que sea bueno, ya que nace del plástico, un material ajeno al ciclo natural, y altera el equilibrio de los entornos donde se instala.
Al flotar en el océano, los residuos plásticos recorren miles de kilómetros, llevando consigo microorganismos que no son propios del lugar al que llegan. ¿El resultado? Riesgo de introducción de especies invasoras, propagación de enfermedades y alteración de ecosistemas locales.
Los organismos que forman parte de la plastisfera son ingeridos por animales marinos, especialmente los más pequeños, como el plancton o los moluscos. De ahí, ya sabes cómo sigue la historia: entran en la cadena trófica y llegan hasta nosotros.
El plástico tiene una capacidad increíble (y preocupante) de atraer sustancias tóxicas del entorno: pesticidas, metales pesados, compuestos orgánicos persistentes.
A diferencia de otros residuos naturales, el plástico tarda siglos en degradarse. Y mientras tanto, la plastisfera sigue viva, operando en silencio, alterando hábitats y desplazando formas de vida que sí deberían estar ahí.
La existencia misma de la plastisfera es una señal de alarma. Nos dice que el modelo lineal de “producir–usar–tirar” ya no es viable. Reducir el uso de plásticos, rediseñar envases, optar por materiales biodegradables y repensar toda la cadena de valor no es solo buena voluntad: es una necesidad operativa, ética y estratégica.
Ahora que ya sabes qué es la plastisfera y cómo puede estar relacionada con tu pyme, es momento de ir un paso más allá. ¿Por qué debería importarte? Vamos a ver cuáles son sus consecuencias y por qué no conviene mirar hacia otro lado:
Cuando estos microbios colonizan los plásticos, cambian las reglas del juego. Por ejemplo, ciertas bacterias que no deberían estar presentes en determinados hábitats marinos llegan allí «a bordo» de los microplásticos, y eso desequilibra toda la cadena alimenticia.
Aquí viene algo delicado: la plastisfera sirve como taxi para bacterias peligrosas. Literalmente, algunos microbios patógenos (como los que causan enfermedades en peces o incluso en humanos) viajan adheridos a los plásticos por kilómetros y kilómetros.
Los plásticos colonizados por microorganismos suelen ser ingeridos por peces pequeños, moluscos y otros animales. Esto no solo afecta su salud, sino que también introduce microplásticos y patógenos en la cadena trófica, lo que eventualmente puede llegar a nuestras mesas o a los productos que elaboran algunas industrias alimentarias o cosméticas.
A diferencia de otros residuos, los microplásticos no se degradan con facilidad. Y la plastisfera los hace aún más persistentes, porque forma una especie de «biopelícula» que protege al plástico del deterioro natural. En resumen: quedan ahí, flotando, contaminando… por décadas.
Si tu empresa opera en sectores que podrían estar ligados a la contaminación por plásticos (alimentación, envases, logística marítima, turismo costero…) y no haces nada por evitarlo o mitigarlo, tarde o temprano eso puede volverse en tu contra.
Sí, innovar es clave. Pero si tu empresa desarrolla materiales, productos o tecnologías sin considerar el impacto ecológico de los residuos plásticos, podrías estar contribuyendo, sin quererlo, al crecimiento de la plastisfera.
Ahora bien, llegados a este punto, quizá te estés preguntando: ¿y qué tiene que ver mi empresa con todo esto?
Más de lo que imaginas. Las pymes, aunque no siempre lo sepan, pueden jugar un rol clave tanto en la generación como en la solución del problema de la plastisfera.
Veamos cómo y por qué su papel es más importante de lo que parece:
Aunque los focos suelen apuntar a las multinacionales, la realidad es que las pequeñas y medianas empresas representan más del 90 % del tejido empresarial en Europa, y muchas generan residuos plásticos sin siquiera notarlo. Desde embalajes hasta utensilios de un solo uso, pasando por materiales promocionales… la suma de cada pequeña acción tiene un efecto real en el planeta.
Las pymes tienen la ventaja de ser más ágiles que las grandes empresas. Si hoy decides cambiar tus envases por unos biodegradables o fomentar la reutilización, puedes implementar esa decisión en cuestión de días o semanas.
Aunque hablamos de plásticos en el mar, la mayoría de ellos no caen del cielo ni llegan por arte de magia a los océanos. Vienen de nuestras calles, nuestros sistemas de gestión de residuos… y sí, de nuestras empresas.
Cuando una pyme se compromete con el medioambiente, no solo mejora internamente: arrastra con ella a sus proveedores, aliados y clientes. ¿Por qué? Porque las pequeñas empresas tienen algo que las grandes envidian: cercanía.
Muchas pymes creen que ser sostenibles es caro o complicado. Pero la innovación no siempre significa tecnología punta: a veces, se trata de pensar distinto. Como esa panadería que cambió las bolsas plásticas por envoltorios de papel reciclado, o ese e-commerce que eliminó el relleno de plástico de sus envíos.
Hoy más que nunca, los consumidores valoran las marcas que se mojan (no literalmente, por suerte) en temas medioambientales. Si demuestras compromiso con prácticas sostenibles, ganas puntos no solo con tus clientes, sino con inversores, colaboradores y organismos públicos.
En resumen, la plastisfera no es solo un fenómeno ambiental curioso, es un recordatorio urgente de que cada residuo plástico que generamos, por pequeño que parezca, tiene un impacto real, silencioso y a largo plazo.
Y aunque a veces pueda parecer que este tipo de desafíos le compete solo a los grandes jugadores del mercado, la verdad es que las pymes tienen un papel estratégico en el cambio.
¿Por qué? Porque las pequeñas y medianas empresas son el motor de las economías locales, están más cerca de las comunidades, tienen la capacidad de adaptarse con rapidez y pueden liderar con el ejemplo.
El primer paso ya lo diste: informarte. Lo que sigue es mirar hacia dentro, identificar oportunidades de mejora y empezar a implementar pequeños cambios con visión estratégica.
Este artículo se ha realizado en el marco de la Resolución de IVACE de concesión de una subvención al Consejo de Cámaras de la Comunitat Valenciana, para el fomento de la Sostenibilidad y Desarrollo Sostenible en el año 2025.
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